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Foto: Gibrán Villarreal / En un puesto de frutas y verduras también se encuentra un espacio para quienes gustan sumergirse en la literatura  

Entre los anchos pasillos y el bullicio constante de la Central de Abasto, se encuentra un pequeño paraíso llamado Gregorio Samsa, nombre del protagonista de la famosa obra de KafkaLa metamorfosis”.

Ese es el nombre de la biblioteca que se encuentra entre kilos y kilos de fruta y que se acondicionó con el fin de fomentar la lectura entre los capitalinos que pasan a realizar sus compras.

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Ubicado en la nave I-J local 73, Verónica Tentle, con sus hermanos Gregorio, Luis y Carlos, que no solo atienden un puesto de frutas y verduras, también su gran rincón de letras.

Con 11 años desde su apertura, Verónica cuenta cómo es que nació la biblioteca: “se hizo por dos clientas, Lorena y Roxa, que nos donaron libros, las fichas bibliográficas, catálogo de libros, reglamento de nombres. Ellas al ver que mis hermanos y yo leíamos dijeron que por qué no abrir un pequeño espacio hacia la lectura porque veían que no había, era muy poca la gente que leía”, detalló.

Asimismo, la biblioteca Gregorio Samsa no pide ningún requisito para los libros, pues la biblioteca “se maneja por un código de honor, en el que no se te pide credencial ni dinero ni nada, simplemente tus ganas de leer y que al terminar de leer tu libro lo regreses”.

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Con más de 600 ejemplares, lectores llegan de diferentes puntos de la Ciudad de México en busca de libros de autoayuda, novelas, enciclopedias, historia, entre otros géneros.

De igual forma, el inventario es abastecido gracias a las donaciones de los lectores.

“Hay personas que ya son lectores frecuentes que lo regresan en 15 días. Hay algunas personas que cada ocho días vienen por un libro; de hecho, tengo lectores frecuentes que se llevan uno y dejan otro de su propia biblioteca personal para donarlos”, comenta Verónica.

 

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