Foto: Reuters/Archivo La autopsia, que reveló presencia de cocaína y problemas cardíacos  

La muerte de un joven latino en custodia de la policía en Arizona, en el oeste de Estados Unidos, llevó al jefe del cuerpo de seguridad a presentar su renuncia este miércoles que hasta ahora no fue aceptada.

Carlos Ingram López, de 27 años, murió el 21 de abril, pero fue solo el miércoles que las autoridades hicieron público el caso, divulgando un devastador video de su arresto en la casa de su abuela en Tucson.

Los oficiales respondieron a una llamada a los servicios de emergencia 911, que hizo la misma abuela por “alteración del orden público”, según las autoridades.

El video muestra a tres oficiales, dos blancos y un negro, persiguiendo al hombre, desnudo y alterado, hasta el garaje de la casa, donde lo esposan y lo colocan boca abajo.

Lo primero que dice es “perdón”. Doce minutos después queda inconsciente y muere.

La autopsia, que reveló presencia de cocaína y problemas cardíacos, no pudo determinar una causa de muerte.

El jefe de la policía Chris Magnus presentó su renuncia en una rueda de prensa el miércoles.

El gerente de la ciudad (una especie de administrador municipal), Michael Ortega, es quien toma la decisión, pero la alcaldesa Regina Romero dijo a la AFP en una nota: “no creo que el jefe deba renunciar”.

Aunque la muerte de Ingram ocurrió hace dos meses, se conoció esta semana, poco después de la de George Floyd, que desató un movimiento de protesta nacional contra el racismo y la brutalidad policial, y de la de Andrés Guardado, de 18 años y también latino, abatido por oficiales del sheriff de Los Ángeles.

“¡No puedo respirar!”, “¡Nana, agua por favor!”, grita López en el video. Uno de los oficiales le dice que se relaje, otro lo amenaza con un choque eléctrico.

Magnus indicó que, si bien los oficiales no actuaron de acuerdo con las políticas del departamento de policía y hubieran sido despedidos, no se encontraron indicios de una actuación “maliciosa”.

“No lo golpearon, no lo ahorcaron… no le pusieron la rodilla en el cuello”, como en el caso de Floyd, añadió. “Es irresponsable e injusto concluir que el señor Ingram fue asesinado por la policía”.

El caso es investigado por la Fiscalía, que aún no presentó cargos criminales. También fue enviado al FBI. Los tres agentes implicados dimitieron.

 

“Matones con placa”

La muerte de Floyd ha obligado a cuerpos policiales en todo Estados Unidos a revisar sus políticas además de reabrir casos de muertes en custodia.

En Colorado, el gobernador Jared Polis dio instrucciones a sus asesores para que vuelvan a examinar el caso de un joven negro que murió bajo custodia policial el año pasado.

Elijah McClain, de 23 años, murió de un paro cardíaco en agosto pasado en Aurora, cerca de Denver, tres días después de que la policía lo inmovilizara con estrangulamiento y le inyectara ketamina.

Un oficial dijo que McClain, que estaba desarmado, había intentado sacar su arma.

Una petición en línea pidiendo una nueva investigación y recriminaciones de la policía obtuvo tres millones de firmas el jueves, impulsada por famosos como Ellen DeGeneres.

La madre de McClain, Sheneen, dijo que la policía había “asesinado” a su hijo. “Son matones con placa”, dijo al canal CBS.

Dave Young, el fiscal que no encontró ningún delito en el procedimiento, dijo en un comunicado que si bien “puede compartir la vasta opinión pública de que la muerte de Elijah McClain pudo haberse evitado”, no hay cómo probar que el oficial causó su muerte.

 

EFVE