Foto: Rodrigo Cerezo |  

Tras casi 5 meses de revictimización por parte del Presidente en contra de los padres de los 43 Normalistas de Ayotzinapa, este 6 de marzo la molestia de los jóvenes que los acompañan en sus movilizaciones se desbordó y se estrelló con Palacio Nacional.

Luego de semanas en las que el titular del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) acusara -por partida doble- que los padres son engañados por las organizaciones que los asesoran y apoyan en su lucha para conocer el paradero de sus “chavos”, de quienes no se sabe nada desde el 26 al 27 de septiembre de 2014.

Hoy las acciones de López Obrador tuvieron una reacción igual y opuesta: a sus embates discursivos los jóvenes que acompañan al grupo de padres presentaron su fuerza y su rabia que impactaron el 1-B de la Calle de Moneda, uno de los accesos más transitados tanto por funcionarios, prensa y visitantes que recorren los pasillos de Palacio Nacional.

Mientras el presidente López Obrador daba la lección del día referente a Benito Juárez y tomada de su último libro, afuera decenas de jóvenes abarrotaron la calle de Moneda, encabezados por los padres de los jóvenes quienes tras gritar sus consigas se replegaron y la molestia se encausó a través de una camioneta que fue impactada en contra de la histórica puerta.

El grito y el ruido de la manifestación -como las que casi a diario se registran- que por lo general se confunden con el griterío de los marchantes y paseantes que transitan por Moneda en esta ocasión silenció tanto la calle como el interior de Palacio.

De suyo tranquilos, los Patios Marianos, antesala de Salón Tesorería, en donde el mandatario federal encabeza las Mañaneras desde hace 5 años hoy lucían tensos, colmados de policías militares corriendo de una esquina a otra, personal de comunicación observando, mudos y con los miembros tensos, ni siquiera los sonidos de la calle o las aves que suelen tener eco en esa parte del recinto, se escuchan. La expectativa se podía cortar.

Y como si se tratara de resistir un sitio, los militares cerraron la entrada de Moneda y reforzaron la centenaria puerta con maderos en los que apoyaron por unos segundos su peso; momentos después se dispersó el gas, y cuya nube lechosa atenazó las gargantas, nariz y ojos de los reporteros, funcionarios y soldados que estaban en el momento.

Y cómo si se tratara de una pantalla dividida, mientras los militares colocaban una barricada frente al Jardín de la Emperatriz, rodeados de la bruma artificial y picante que a ellos no parecía afectarles, y varias personas parecían corre o caminar sin rumbo fijo, López Obrador no cortó la conferencia, incluso hizo referencia al tema, con calma y hablar pausado.

Se le dijo que habrían “tirado la puerta” -al final solo fue rota en su parte interior izquierda- el mandatario dijo que se repararía y que, pese a lo intensa de la manifestación su administración no respondería violentamente ni caería en provocaciones, calificativo con el que se refiere a que los padres exigían que los expertos extranjeros que los acompañaron en su búsqueda durante casi una década señalen con ahínco cierto grado de ocultamiento de la información del caso por parte del Ejército. Y tras minutos que se extendieron como si fueran horas, y que dio espacio a que se dispersara el químico irritante que la distancia permitía solo ver -en la zona de los Patios Marianos- las siluetas de los militares que parecían desde lejos soportar con su propio peso el empuje de un enemigo invisible que trataba de entrar a la zona donde se ubicaba el Ejecutivo.

Tras esos intensos momentos, el gas se dispersó, los militares se distendieron pero se mantuvieron alertas, los manifestantes se replegaron a su campamento para decidir sus siguientes acciones, mientras restos del encontronazo quedaron en Moneda 8:

Vidrios rotos, vallas derribadas, pintas de “Nos Faltan 43”, “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “solo queremos diálogo” y cómo desde hace casi 6 años, una -nueva- promesa presidencial de reunión con las familias:

“Pues yo calculo que en unos 20, 15 días más. Quiero tener más pruebas —porque quiero hablar con ellos—, y pruebas de cómo se manipuló la investigación para proteger a ciertas gentes”.

Y una crítica -nueva revictimización- a los padres:

“Muchos de los padres ni siquiera tienen toda la información, porque les prohíben los abogados hablar con nosotros.
¿Ustedes saben que les mandé un informe a cada uno de los papás y de las mamás, y no los quisieron recibir porque se los prohibieron los abogados?”.