México tuvo que llegar hasta la implementación de un plan de choque para rescatar la economía después de varias décadas de gobiernos populistas que se encargaron de devastar todo el potencial que tenía este país para llegar a niveles de desarrollo superiores.

Los más dañinos fueron los regímenes de Echeverría y López Portillo que arruinaron al país. Después de varias crisis consecutivas, México tocó fondo en 1994 con el estallido de una crisis económico-financiera que sólo pudo ser superada por el plan de choque del gobierno de Ernesto Zedillo.

Fue ahí donde, de la mano de los organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el apoyo financiero directo del gobierno de los Estados Unidos, y con la decisión de ese gobierno de hacer cambios estructurales profundos, se pudieron rediseñar muchas instituciones de este país para dar transparencia, crear organismos autónomos e independientes y dotar de una verdadera democracia a México.

Claro que esta explicación que doy es como echarle sal a un tlaconete cuando lo escuchan esos grupos llamados de izquierda que vivieron políticamente de descalificar esas políticas públicas, de denostar la ayuda de los organismos internacionales.

No soportaban ver cómo se creaba un Estado menos interventor, más vigilado, que daba paso a que la iniciativa privada se encargara cada vez más de las actividades productivas. No toleraron ver que esa política que llaman neoliberal tuviera éxito.

No es un mal solo de México, los regímenes populistas, que regularmente se presentan como de izquierda, se han encargado no solo de devastar las economías de muchos países latinoamericanos, sino de calumniar, insultar y desprestigiar a otras alternativas de gobierno que sí funcionan.

Los populismos son ineptos en la administración pública y en el manejo de las finanzas públicas, pero con líderes carismáticos que saben cómo anular el pensamiento crítico de sus seguidores para dar paso a decisiones impulsivas.

Argentina, que vaya que conoce de populismos e ineptitudes, decidió dar un salto a ciegas hacia el desconocido Javier Milei, quien se autodefine como un liberal libertario y un anarquista de mercado.

Suena como el abismo. Sin embargo, en sus primeras acciones de gobierno Javier Milei todavía no hace locuras, pero sí presentó un plan de choque que podría resultar en un saneamiento de la economía argentina.

Los titulares hablan de un apoyo del FMI a la devaluación del peso argentino, cuando en el fondo hay un respaldo de la propia titular de este organismo internacional, Kristalina Georgieva, a las medidas anunciadas por el nuevo gobierno argentino.

Que se revuelquen los populistas de izquierda, pero si Milei logra que el FMI de la mano de otros organismos internacionales y de otros países crean en la decisión de estabilizar la economía argentina, podría lograr la renegociación financiera deseada y hasta nuevos apoyos económicos.

Si Milei se aleja de sus locuras de campaña y logra un voto de confianza externo para recomponer todas las barbaridades que le dejó a la Argentina el populismo de izquierda, podría conseguir el necesario apoyo político interno para intentarlo.

Pero si esos grupos que ya devastaron a esa economía no le dan una oportunidad al nuevo gobierno y desde la oposición solo se dedican a recuperar el poder a cualquier costo, podrían volver en cuatro años, pero a un país en ruinas.

 

      @campossuarez