“¡La Guadalupana, la Guadalupana!” Fue el cántico coreado por miles de fieles a la virgen del Tepeyac el cual resonó a lo largo de la Calzada de los Misterios, llegó a la Basílica y se esparció por los alrededores para anunciar la llegada de quienes cada año acuden en agradecimiento por las bendiciones recibidas.
Provenientes de la Ciudad de México, estados del país y hasta del extranjero, llegan a pie con imágenes enormes, danzando o de rodillas, los visitantes llegaron al templo mariano, algunos derramaron lágrimas donde denotaron su emoción y fe al ver el ayate con la imagen impresa de la Señora de Guadalupe.
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Las promesas e historias de cada uno de los fieles fueron únicas, demostraron y tejieron la fe para quienes la denominaron “la madre de México”, quien protege al país y escucha las peticiones que muchos le piden.
En el atrio de la Basílica de Guadalupe, Alejandro Sebastián reposa en el piso, a su lado lo acompaña un cuadro de la Virgen, que está acompañado de las fotos de sus familiares fallecidos, por quienes aún tiene nostalgia por ya no verlos.
“Ya no están aquí, pero me acompañan a donde voy”, expresó el peregrino que es originario de Atlixco, Puebla, quien caminó tres días para llegar al templo mariano cargando en su espalda una imagen de al menos cinco kilogramos de peso.
El devoto platicó con 24 HORAS y relató que hace dos años prometió salir de su tierra a pie hasta la Basílica de Guadalupe y sería acompañado por las fotos de sus familiares quienes ya no están con él.
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“Son mi primo, tío y papá hace dos años prometí que los iba a traer caminando. Años atrás venía en autobús, pero este ya viene caminando”, dijo.
Aunque sus familiares ya no están con Alejandro Sebastián, él afirmó que no dejará de acudir cada 12 de diciembre a visitar a la Virgen de Guadalupe, para decirle que tiene mucho amor por ella y se lo demuestra en todo momento.
A unos metros, frente a la puerta principal estaba Mario, originario del estado de Morelos, quien explicó que desde hace nueve años peregrina con una enorme virgen de Guadalupe, pues relató que esa figura de yeso la puso a disposición de tres capillas y ninguna la quiso acoger.
Sin embargo, una cuarta iglesia la acogió y a cambio de ello prometió acudir a la Basílica anualmente para ser bendecida y refrendar su fe.
“A la iglesia que la llevamos para donarla la rechazaron, entonces la llevamos a la iglesia del Señor del Pueblo (dónde fue aceptada), entonces la manda es traerla año con año , comentó.
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No resulta algo pesado, por el contrario esta figura es la inspiración que se tiene para demostrar el cariño que hay por la “máxima madre de todos los mexicanos, la que nos cuida y nos ayuda en los momentos más difíciles”.
Por otra parte, Javier Romero, quien es originario de Veracruz, sale de la carpa de la Brigada Rotaría de Seguridad y Rescate con las rodillas curadas, pues su manda fue llegar al templo caminando y cruzar la calzada de los Misterios arrodillado.
“Lo que hago no es un pesar, es una señal de agradecimiento por el encargo que le pedí a la Guadalupana, lo mantengo en secreto pero fue algo muy importante en mi vida”, puntualizó.
Proveniente de Veracruz, el visitante religioso reiteró: “Las heridas que traigo son por darle gracias a la virgencita por muchas cosas que me ha concedido, por los milagros que me ha dado y a cambio le he prometido eso, pues me lo cumple y tengo que pagar lo mismo que le prometí ” expresó.
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Asimismo, el feligrés dijo que lleva ocho años haciendo la peregrinación, y apuntó que haciendo las promesas con corazón y fe la morenita del Tepeyac escucha las súplicas y todas las puede cumplir porque quiere a sus hijos.