Llovía tantito, o soplaba un vientecillo que en una de esas no daba ni para apagar un cerillo, o, digamos, había clásico joven, Cruz Azul contra América, cuando La Máquina era todavía algo, y por lo tanto se prendían diez televisiones de más en la cuadra, y adiós a la luz. Apagón. Vivíamos a oscuras, sí, y con esa angustia.

Les juro que respirábamos despacito, no fuera a ser que el cableado volviera a valer madres y el personal de la compañía se tardara 14 horas, en un buen día, y tuviéramos que vivir con velas. Luego, los turnos al teléfono: marcar a la compañía una y otra vez, para presentar la queja, o más bien para constatar que también ese día, como todos, el personal había decidido descolgar el teléfono porque cómo molestan.

Eran los tiempos gloriosos de la Luz y Fuerza, que muchos, pero muchos chilangos vivimos durante muchos, pero muchos años, hasta que Felipe Calderón decidió cerrarles el changarro y descubrimos que no era necesario vivir así, en penumbras, y con un costo altísimo. Porque lo otro que descubrimos fue lo de siempre: los abusos sindicales, y el nepotismo, y las concesiones disparatadas a los trabajadores, por aquello de que hay que apaciguarlos de vez en cuando, pagadas por la ciudadanía. Recordemos, por ejemplo, lo de que, ya jubilados, podían disfrutar de energía eléctrica a coste cero, de por vida.

Si comparto estos recuerdos es porque desde el inicio del sexenio, y particularmente en los últimos días, hay una rarísima cargada chaira en favor de “restituir los derechos de los trabajadores” de la compañía, y cosas parecidas. No entiendo cómo podría pasar eso, pero no podemos descartar que el mismo Presidente que se puso nostálgico y decidió relanzar Mexicana de Aviación, o sea, el Presidente de las paraestatales, decida relanzar Luz y Fuerza, supongo que con el compañero Martín Esparza a cargo del sindicato y toda la cosa.

Sin entrar en detalles técnicos, porque pues no, no estoy capacitado para eso, aprovecho este espacio para decirle al titular del Ejecutivo: no lo haga, señor. Si se trata de apagones masivos, pérdidas multimillonarias a costa de los dineros públicos y negocios turbios por la vía del nepotismo, como esos con el carbón, su sexenio ya cumplió. Esa compañía existe. Es la CFE, que antes dejaba dinero e incurría en muuuchos menos apagones, y que sin duda seguirá por largo tiempo en las buenas manos del licenciado Bartlett.

En fin, señor, lo que le quiero decir, preventivamente, es que no nos pongamos redundantes.

 

@juliopatan09