¿Será que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sabía que con su decreto de reducción de vuelos en el AICM, los precios de los boletos se dispararían y, por consiguiente, sólo serían accesibles para unos pocos? ¿Tomó esta decisión a propósito para segmentar los mercados por precios? ¿Habrá boletos caros en el AICM y más baratos en el AIFA?

Si no lo considera de esta manera, la medida parece estar dirigiéndose en esa dirección. Tal vez, sin quererlo, está conduciendo a que aquellos con menos recursos opten por el Aeropuerto Felipe Ángeles por falta de alternativas.

La reducción de operaciones en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y la reciente cancelación de planes de remodelación han suscitado un torbellino de opiniones y preocupaciones.

Destaca la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA), que ha señalado que, más allá de la saturación, el verdadero desafío radica en la falta de inversión en infraestructura y servicios adecuados de la vieja terminal. Y yo me pregunto: ¿es justo que, en lugar de mejorar las condiciones del viejo aeropuerto, se opte por reducir las operaciones y cancelar planes de reconstrucción?

La Coparmex CDMX ha alertado sobre las posibles consecuencias económicas de esta medida. En un momento crucial para la economía mexicana, donde se busca atraer inversiones y fortalecer la posición del país en el mercado global, reducir la conectividad podría ser un grave error.

El turismo, vital para la capital, está en juego. La reducción de vuelos no solo afectaría a las grandes empresas, sino también a pequeños comerciantes, hoteles, restaurantes y, por supuesto, a los pasajeros.

“Dicha medida también significará otro duro golpe para la actividad económica capitalina, especialmente para el turismo que llega a la Ciudad de México, aislándonos cada vez más del resto de los países con los que competimos en ofertas de infraestructura turística, conectividad y logística de calidad”, dijo el organismo en un comunicado.

Y a todo esto que dice la Secretaría de Turismo del Gobierno Federal, el secretario Miguel Torruco Marqués no ha dado ningún pronunciamiento oficial, él anda muy ocupado en “tocar puertas” y mirando para otro lado, no vaya a ser que todas estas organizaciones arriba mencionados le vayan a solicitar ayuda o interlocución con el presidente de México y él no sepa que hacer, no obstante que este decreto afectaría al turismo mexicano de manera directa.

Peter Cerdá, vicepresidente regional de IATA para las Américas, ha enfatizado que el problema del AICM no es operativo, sino de infraestructura. Limitar operaciones sin abordar el problema de raíz es como poner un parche a una herida que requiere cirugía.

Por su parte, el presidente López Obrador ha defendido sus decisiones, argumentando que el AICM está saturado y que hay riesgos que deben prevenirse. Según AMLO, ya se había acordado con las aerolíneas una reducción de las operaciones, pero estas no cumplieron, aunque las aerolíneas se defienden diciendo que sí.

El mandatario señaló que la saturación en el AICM empeoró con los años debido a medidas de administraciones anteriores y que se ha superado el número de operaciones posibles.

Algunas fuentes periodísticas han revelado que, en cuanto a la cancelación de los planes de remodelación del AICM, el presidente López Obrador decidió no avanzar porque ello implicaría dejar obras inconclusas al final de su mandato.

Uno de los argumentos más contundentes proviene de la Cámara Nacional de Aerotransportes (Canaero), cuya presidenta es Diana Olivares. Predicen un posible aumento en los precios de los boletos debido a la sobredemanda. En un país donde el transporte aéreo ya es costoso para muchos, esto podría excluir aún más a los ciudadanos de volar.

Además, se prevén caídas en el empleo; menos vuelos implican menos operaciones y, por ende, menos personal necesario.

La solución propuesta por Canaero es clara: invertir en la infraestructura del AICM. En lugar de limitar operaciones, deberíamos buscar formas de mejorar y expandir nuestras capacidades.

En conclusión, hay preocupación generalizada sobre la reducción de operaciones en el AICM. Puede parecer una solución rápida, pero las repercusiones a largo plazo podrían ser más perjudiciales.

Por lo pronto, al haber menos vuelos en el AICM, sus precios subirán por la ley de oferta y demanda, afectando a los pasajeros de menos recursos.

Yo digo: Segmentación de pasajeros a la vista.

LEG