El largometraje profundiza sobre lo difícil que es que todo mundo hable de ti.

Esta es otra historia de cómo un bestseller se convertirá en un éxito.
Aunque ya hemos oído esta narrativa incontables veces, esta es una ocasión especial, porque se trata de una novela queer cuya referencia entre lectores es esencial, al vender 100 mil copias a pocos meses de su lanzamiento y ser uno de los libros estrella gracias a recomendaciones de Booktokers (gente en la red social TikTok que se dedica a recomendar libros).

En Rojo, Blanco y Sangre Azul se nos narra la historia de Alex, el primer hijo de Estados Unidos—el hijo de la presidenta estadounidense—, cuya rivalidad con Henry, el príncipe de Inglaterra, desemboca en una conexión sin precedentes entre ambos hombres. Sin embargo, su principal obstáculo, además del autodescubrimiento y aceptación de cada uno, es la parte política detrás de la relación: el qué dirán, pues como ambos son figuras de poder importantes en este universo ficticio, sus vidas están bajo el ojo del huracán en todo momento.

Aunque la premisa de la novela es de alguien de Estados Unidos, su trama resuena con cualquier persona queer, particularmente en sociedades latinoamericanas. Parte por lo cual es tan difícil salir del closet es porque no solo involucra exponer la vulnerabilidad, si no también porque es hacerlo ante las demás personas. Y en Latinoamérica, es normal que la gente hable todo el tiempo sobre lo que hacen los demás, lo cual implica dar explicaciones innecesarias o justificar comportamientos. Con la metáfora de una relación escandalosa, lx autorx, Casey Mcquiston, le habla incidentalmente a las audiencias mexicanas, y con el estreno de la comedia romántica en Amazon Prime Video, su mensaje de aceptación tocará a muchísimos espectadores más.

Aunado a todo lo anterior, la fecha de estreno de esta producción también está haciendo un testamento político entre líneas. Porque al ser su estreno en Agosto, está abriendo la oferta comercial de entretenimiento con temática LGBT+ fuera de junio, sacándola en una época donde no es típico, tal como Heartstopper (la serie de comedia/drama que estrenó la semana pasada en Netflix) lo hizo. Porque la meta es que lo LGBT+ se deje de ver como un género en sí mismo y todas las audiencias —por ende, toda la gente— vean la película como solo una comedia, sin etiquetar. Porque a veces, al categorizar todo, seguimos discriminando. Películas positivas cómo esta, con una fecha de estreno inusual y con el mensaje de aceptarse como uno es sobrepasando el escándalo, pretende romper tales barreras.

 

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