En medio de un torbellino de logros, escándalos y desafíos, se cumple un año desde que Gustavo Petro asumió la presidencia de Colombia, liderando el primer gobierno de izquierda pura y dura en 200 años, que prometía una agenda transformadora desde las raíces.

En ese orden, es crucial reconocer que, a pesar de los altibajos, Petro ha buscado representar a sectores históricamente excluidos. Sin embargo, aunque aún cuenta con el respaldo de algunos sectores leales a su proyecto político, la caída en las mediciones de popularidad refleja la latente preocupación de los ciudadanos.

Lo anterior, se enmarca en un escándalo que ha sacudido al gobierno, y que representa un desafío sin precedentes para el Presidente y su propuesta centrada en la transformación de las costumbres políticas; ya que las denuncias de irregularidades y la entrada de dinero proveniente de actividades ilícitas en la campaña presidencial, aunado al enriquecimiento ilícito y lavado de activos por parte de su hijo, Nicolás Petro, han causado un daño determinante a la imagen del mandatario, socavando la gobernabilidad de su administración.

La situación se torna aún más delicada debido a que, durante su campaña, Petro abanderó la lucha contra la corrupción. No obstante, lo anterior cuestiona su compromiso para con esta bandera. A pesar de todo, hablar de una destrucción total del capital político de Petro sería apresurado; pues aún tiene margen de maniobra, pero cada vez más reducido, para impulsar las reformas que propuso en su programa inicial.

A su vez, cabe mencionar que desde que asumió el cargo, Petro ha protagonizado numerosas modificaciones, tales como 21 viajes al extranjero, el cambio de 12 de sus 19 ministros y la remoción de medio centenar de generales del Ejército, así como al director de la Policía.

Asimismo, destaca como el logro más significativo de Petro, hasta ahora, el de haber abierto el debate público en Colombia hacia temas sociales, económicos, medioambientales e incluso culturales; siendo, entre otros, el tema de la paz un punto central en su gobierno, y aunque si bien ha habido algunos avances como la reducción de asesinatos de policías y militares, el aumento de secuestros y extorsiones, así como la falta de una estrategia clara en los procesos, generan preocupación sobre la credibilidad de este objetivo.

La administración actual se encuentra ante desafíos importantes. Sin embargo, lograr que sus objetivos se materialicen, se convierte en un camino lleno de obstáculos, en el cual deberá sortear flores y espinas para avanzar hacia su realización.

Gustavo Petro tiene que enfrentar la realidad de que prometió un cambio estructural difícil de lograr en tan sólo cuatro años. Por lo que su éxito o fracaso en la gestión de estos retos será determinante en la percepción del electorado y el futuro de la izquierda en el país. Debido a que el costo de ello, en el marco del resurgimiento de la izquierda colombiana, sería enorme.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

Consultor y profesor universitario

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