Héctor Zagal

Héctor Zagal

(Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana)

No me van a dejar mentir: cuando hablamos de Semana Santa, una de las primeras cosas que vienen a nuestra mente de chilangos es Iztapalapa y su representación de la Pasión. No es raro que así sea. En esta ocasión se cumplen 180 años de representar anualmente este capítulo final de la vida de Jesucristo. ¿Saben cuál es su origen?

Todo se remonta a 1833, cuando una epidemia de cólera asoló a los iztapalapenses. La población,  sumergida en el miedo y la angustia, decidió organizar una peregrinación hasta la cueva donde se encontraba una imagen de Jesús de Nazaret a la que conocían como El Señor de la Cuevita. Se trata de una imagen tipo “Santo Entierro”, es decir, el cuerpo muerto de Jesús.

Se cuenta que dicha imagen se llama así porque en 1687 unas personas de Oaxaca la trajeron a la capital para restaurarla. Al llegar a la ciudad, dejaron la imagen en una cueva y se fueron a descansar. Cuando regresaron la mañana siguiente, la imagen pesaba tanto que nadie la pudo mover. Entonces Iztapalapa decidió conservarla y le construyeron una pequeña ermita en la entrada de la cueva.

A esa ermita llegaron los peregrinos iztapalapenses para rogarle al Señor de la Cuevita que cesara la epidemia. Los cronistas cuentan que así pasó y, como agradecimiento, los habitantes de Iztapalapa prometieron realizar misas anuales que, para 1843, se convirtieron en representaciones de la Pasión de Cristo.

Obviamente la tradición de realizar representaciones religiosas también influyó mucho. Los misioneros solían organizar obras de teatro con temáticas religiosas para acercar a las personas a la fe. Hasta hoy aún se conservan algunas de ellas, como la pastorela.

¿Saben qué otras celebraciones hay en el mundo? En España, por ejemplo, se suelen realizar procesiones en las que salen “pasos” (plataformas donde se llevan las imágenes de los santos) que son llevados por costaleros y porteadores. Algo muy similar se realiza en Italia, Perú y Ecuador.

En Colombia se celebra la Semana Santa de Popayán, la cual fue declarada en 2009 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Esta celebración comienza el martes santo y se conforma de cinco procesiones nocturnas en donde desfilan pasos e imágenes que datan del siglo XVII.

La Catedral de San Patricio, en Nueva York, es célebre por su imagen del Cristo Negro, misma que atrae a miles de creyentes hispanos cada Semana Santa para venerarlo y custodiarlo. Pero un caso verdaderamente peculiar es el de Filipinas, el país con más católicos de Asia.

La mayoría de sus representaciones son similares o iguales a las anteriores, pero en algunos lugares como en San Fernando, donde se encuentran los católicos más devotos y extremistas, se realizan flagelaciones y crucifixiones de verdad. Los flagelados se dejan la espalda al rojo vivo, y quienes se crucifican, se clavan manos y pies a una cruz de madera durante diez minutos. Las razones son diversas, pero entre ellas figuran el pedir perdón por los pecados cometidos o el dar gracias a Dios por algún milagro realizado. Aunque la Iglesia se ha pronunciado en contra de estos actos, hoy incluso podemos encontrar personal médico para atender a las personas que lo necesiten.

Y ustedes, ¿celebran estas fechas?

Sapere aude!

@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana