Se ve venir, ahora que Vargas Llosa entra a la Academia Francesa: fue un escritor de talento indiscutible pero sus posiciones políticas son lamentables, es de ultraderecha, etcétera. Ya que el espacio es limitado, evitemos recordar que sí, es un gran novelista y un ensayista literario igual de bueno, para concentrarnos en que, si de política se trata, don Mario tiene la costumbre de llevar razón.

Es irreprochable, para empezar, su crítica al cuartelazo castrista en Cuba y sobre todo al régimen que le siguió, una tiranía a la que muy pronto entendió como tal, cuando gran parte de la intelectualidad se volcaba en su defensa, y que, sin paliativos, no ha sido más que una fábrica de pobreza y opresión. Como todo el “socialismo real”, otro de sus blancos. Igualmente justas son sus críticas a Daniel Ortega, otro tirano, como lo fueron Hugo Chávez y Evo Morales con sus impulsos golpistas, exitosos en el caso del primero.

¿Se limitan sus críticas a eso que llamamos la izquierda? En modo alguno. Es conocida la persecución que sufrió por Fujimori, exponente clarísimo de la derecha populista, y por ahí están sus cargas de profundidad contra Pinochet y Trump, por ejemplo, o sus críticas a Israel por sus políticas hacia Palestina.

Lo mismo da. La etiqueta de “facha”, como algún comentócrata se ha permitido llamarlo, no la va a quitar ninguna evidencia escrita, entre otras cosas porque ha puesto en solfa a dos santones del radicalismo progre y ya sabemos que la fe mueve montañas, pero a lo pendejo.

Uno es nuestro Presidente, ese que dice que le aburren sus novelas. El otro, claro, es Pedro Castillo. Cuando la última elección en Perú, Vargas Llosa dijo que entre dos males, Keiko Fujimori (sí, la hija de su perseguidor) y Castillo, había que apostarle al menor, o sea, a Fujimori. Volvió a acertar.

La breve gestión del camarada Castillo fue un desastre coronado con un intento de golpe de Estado, sin más. La democracia peruana respondió como se responde a un intento de golpe de Estado, es decir, con una destitución, un encarcelamiento y las leyes en la mano. Cualquier intento de equiparar esa respuesta con el conato de cuartelazo es una tontería o una bajeza.

Sí, Vargas Llosa tiene razón. En la prensa francesa, que tampoco es parca en trogloditas ideológicos, recibió también críticas groseras por sus posiciones liberales. Las respondió en una entrevista para El País, Hélène Carrère d’Encausse, presidenta de la Academia: “No somos la Unión Soviética”. Hay quien lo lamenta.

 

@juliopatan09