Esta frase escrita por William Shakespeare para su obra Hamlet es sinónimo, en política, de que las cosas están mal en un país debido a la corrupción.

A AMLO, al que tanto le gusta citar a Dinamarca como su modelo de política pública de salud, la frase citada le viene -para su desgracia- “como anillo al dedo”. La corrupción en la 4T se está desbordando de forma alarmante, aunado a una incapacidad crónica de su Gobierno de producir resultados tangibles. El Presidente está cometiendo errores cada vez más importantes y frecuentes.

En su Mañanera del lunes, AMLO nos dejaba entrever la derrota de Yasmín Esquivel, su candidata a presidir la Suprema Corte de Justicia (SCJN): “Porque ni modo que vamos a declararle guerra al Poder Judicial”; eso, después de defender durante casi dos semanas a Esquivel por un evidente plagio de la tesis de Edgar U. Beltrán. Este caso retrata casi a la perfección al régimen, pero quedan muchas dudas por resolver que requieren ser analizadas con cuidado:

Yasmín Esquivel tiene una carrera en el ámbito jurídico en el que no se destaca ningún mérito para acceder a la SCJN, salvo un pequeño detalle: ser la esposa de José María Riobóo, el contratista más importante de AMLO -construyó los segundos pisos del Periférico, entre otras obras- y quien ha “cooperado” de forma muy importante con la 4T.

Cuando en 2019, AMLO presentó al Senado su terna de candidatas a la SCJN, la orden era elegir a Esquivel y, a pesar de las objeciones presentadas por los conflictos de interés -y de capital-  de ella con Riobóo, así como el no ser apta para el cargo, la mayoría morenista en el Senado la aprobó sin hacer ninguna investigación a fondo que certificara si cumplía con los requisitos necesarios.

 

No es posible pensar que el Presidente no haya consultado con su Consejero Jurídico, Julio Scherer -quien además conoce muy bien a Riobóo- y pedirle comprobar si Esquivel podía ser ministra de la Corte sin causarle problemas futuros. Claramente no hizo su tarea.

Tampoco el presidente de la  SCJN -Arturo Zaldívar- hizo su trabajo, pues para un cargo de la más alta responsabilidad como es ser ministro de la Corte, se requiere de una investigación minuciosa. Zaldívar, dócil ante AMLO, le dio paso a Esquivel, permitiendo un daño irreparable a la SCJN y a México.

Es cierto que el título de abogada de Esquivel lo expidió la UNAM, pero fue la SEP quien le entregó la cédula profesional y que le permitió ejercer profesionalmente. Conforme al artículo quinto Constitucional, la SEP es la única instancia que puede derogar la cédula profesional en casos de plagio. Allí está la clave de la solución a muchas preguntas.

¿Qué va a suceder con aquellos casos en que el voto de Esquivel en la Corte fue determinante para su resolución? ¿Qué pasará con los casos en que Esquivel fue la ministra ponente? Si bien las decisiones de la Corte son colegiadas, la actuación individual de Esquivel puede ser causal de revisión de muchos casos. Es urgente llegar hasta las últimas consecuencias y no cerrar este caso.

Es muy importante revisar casos como la reforma eléctrica, la compra de medicinas en el extranjero, afectaciones al INE, etcétera. Los partidos políticos de oposición deben actuar cuanto antes. La Corte ya hizo lo que tenía que hacer. ¿Podrán salir los partidos políticos de su apatía?

Ejemplar la UNAM y el Rector, ¡brillantes!

El lunes no perdió Esquivel, el gran perdedor fue AMLO, quien fue rechazado rotundamente por el Poder Judicial. Esto será determinante en temas tan importantes como el plan B de la reforma electoral. Hay esperanza.

 

@Pancho_Graue

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