A unos días de Navidad, “el gran regalo” que recibieron los mineros por parte de Napito fue un video en su ostentosa oficina y que nada tiene que ver con el despacho que ocupaba su papá, quien sí fue minero, Napoleón Gómez Sada, pues ésta luce totalmente distinta a la mayoría de los edificios sindicales que no han recibido mantenimiento en años.

Napito, junto con su esposa, quien tampoco oculta una vida rodeada de lujos, se dedicó a presumir a la base trabajadora -por más de una hora- sus viajes por el mundo, sus años de estudiante en Inglaterra y su gusto por el arte. Fue como un mal show cómico, mágico, casi musical, donde solo faltó que Oralia cantará para remarcar lo amables, refinados y auténticos trabajadores mineros que dicen ser.

En el tour, dirían ellos, colmado de soberbia, descaro y engaños, Napito presume uno de los cuadros de la oficina, dice orgulloso que se llama La Huelga: “Es muy simbólica porque se llama La Huelga y a los mineros siempre nos han identificado con los movimientos de huelga… este si yo lo aporté, no es de don Napoleón”, comenta riendo.

Los que sí somos mineros, sabemos que no nos identifican con huelgas, sino como trabajadores responsables y que aportamos como pocas industrias a la economía del país. Napito, quiere embarrar de sus fechorías al gremio minero, pero no, a él es el único que señalan con el dedo como el de las huelgas eternas.

Por más de 15 años ha mantenido sin empleo a los compañeros de Taxco, Sombrerete y Cananea al intentar mantener paralizadas las operaciones de las minas de Grupo México en venganza por exponerlo por robar 55 millones de dólares de sus jubilaciones y pensiones a los mineros de Cananea y que hoy sigue sin regresarles a pesar de que existen tres laudos por parte de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje que lo obligan.

La pareja que se asume cómicamente presidencial se dio la oportunidad de presumir a su hijo nacido en Europa y de cómo sufrieron cuando se autoexiliaron en Canadá, cuando sus herederos no encontraban empleo, finalmente La Jornada dijo como Gómez Urrutia resolvió el problema: Napito “compró” en Canadá una cadena de restaurantes; afirman que se trataba de restaurantes y cafeterías de comida árabe y que las adquirió para que las dirigiera uno de sus hijos. Quizá debieron comentar de dónde salió el dinero para la compra, que sin duda fueron millones de dólares.

La plática que bondadosamente dio la supuesta familia tradicional minera, que no son más que farsantes, no tiene pierde y menos si se toma como evidencia de cómo han abusado y vivido con lujos a costilla de los mineros.

Napillo y su familia no tienen idea de la realidad, su soberbia y vida nada tienen que ver con la lucha obrera, ellos se creen empresarios, dueños de miles de obreros, un sistema muy similar a la esclavitud, donde los trabajadores mantienen a la familia del señor feudal y este se jacta de sus abusos y los ve con toda normalidad.

Lo que vimos no fue una felicitación navideña, fue la supremacía con la que Napito se maneja frente a los mineros. No anunció un nuevo estadio para los trabajadores, ni tampoco una reducción de las cuotas sindicales, que por cierto, son de las más caras del sector, tampoco mencionó que apoyaría a algún compañero para iniciar una carrera política, nada de eso, siempre ha demostrado que esos privilegios que mantiene como supuesto dirigente no son para los mineros, sino que son exclusivos para sus amigos y su familia.

 

    @CarlosPavonC