Chivas tenía que intentar algo distinto y a ello se ha atrevido.

Tras probar (y no triunfar) con dirigentes de previo éxito, caso Ricardo Peláez, y técnicos de elevada reputación local, caso Víctor Manuel Vucetich, el Club Deportivo Guadalajara se ha aventurado a un personaje de máxima estatura futbolística mundial, como Fernando Hierro, quien a su vez ha cedido la dirección técnica a un entrenador cuyo currículum francamente no impresiona.

Por supuesto, Veljko Paunovic deberá disponer lo mismo del beneficio de la duda que de la exigencia inmediata e imprescindible… si es que Chivas aún pretende ser considerado un grande, porque eso de vivir fuera de liguilla y navegando en la segunda mitad de la tabla no corresponde con la tradición rojiblanca.

Estratega que, tras ser campeón del mundo sub-20 con Serbia y pasar con más pena que gloria por la MLS, se enfrentará a algo que pocos equipos en el planeta suponen: jugar contra onces multinacionales, mientras que su abanico de alineación se limita a elementos locales.

Nadie duda, y es de esperarse que a eso venga Paunovic, Chivas necesita otra dimensión de generación y consolidación de talentos en fuerzas básicas. Sólo produciendo en casa podrá suplir lo que no existe en el mercado ni siquiera pagándolo a precios desorbitados. Sin embargo, mientras la cantera chiva entra en esa inercia de abundancia y las estructuras del club alcanzan una reingeniería, el equipo tendrá que ser competitivo, ilusionar, mostrar cierta esencia, garantizar disciplina en futbolistas que lo sean de tiempo completo y no noventa minutos por semana. Paunovic no podrá pedir paciencia donde hace mucho tiempo esa palabra debió agotarse. Dispondrá de una pretemporada atípicamente larga, consecuencia de la Copa del Mundo prenavideña, y con ella pisar con buen pie en su primer torneo.

Cuesta trabajo comprar la declaración de Hierro en el sentido de que nunca hubo más opción para su recién comenzado proyecto que este director técnico serbio. Es de esperarse que buscó nombres más legitimados o consolidados, mismos que no aceptaron dado que, no nos engañemos, venir a Liga Mx, incluso siendo a Chivas o el equipo que gusten enlistar, no suele resultar atractivo para quien tiene posibilidades reales de entrenar en las principales ligas.

Como sea, el orden ha sido el indicado. Primero, elegir al director deportivo. Después, que él traiga al director técnico. Como complemento, que entre los dos definan el plantel con sus altas y bajas, con sus eventuales refuerzos y salidas, con su priorización de cierto tipo de jugador por encima de otro.

Mentiríamos si dijéramos que con el denominado Profe Pauno, Chivas ya ilusiona. Sería más indicado el verbo intrigar. Chivas intriga con la osadía de intentar por una vía tan distinta, fastidiado de fracasar con recurrencia efectuando lo mismo.

 

Twitter/albertolati

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