Tras la presentación de los Precriterios económicos 2023, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público al Congreso de la Unión, no se hicieron esperar las críticas por parte de analistas y comentaristas de ideología contraria a la Cuarta Transformación, acusando, principalmente, un optimismo pernicioso del Poder Ejecutivo, al proyectar un crecimiento económico del 3.4% para este año, en contraste con 2.3% que vaticina la OCDE y con aquellas cercanas al 1.8% que proyectan las estimaciones menos alentadoras.

Ante este panorama, vale la pena preguntarnos: ¿Cuál es la principal razón de las diferencias entre las estimaciones de crecimiento para México? Como en cualquier parte del mundo, las cifras de proyecciones macroeconómicas cambian según quién las elabore, lo cual se debe a distintas razones, entre las que se encuentran el tipo de metodología empleado, los factores que se consideran y, por supuesto, el impacto de las propias mediciones en la confianza de la economía nacional.

Es claro que estimaciones hechas desde el extranjero toman en cuenta aspectos como los índices de corrupción, mientras que las realizadas por el Gobierno consideran factores positivos, como el incremento de ingresos petroleros a consecuencia del aumento de los precios internacionales de este producto que, a su vez, se deben al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, y a las sanciones y restricciones recíprocas con las demás naciones relacionadas.

Estas diferencias se pueden entender como optimistas o pesimistas, pero de ellas no es posible inferir que resultarán problemas presupuestarios, ya que el Gobierno federal ha sostenido una férrea política de austeridad que le ha permitido mantener finanzas públicas sanas, caracterizadas por un manejo responsable de la deuda y el gasto público, un tipo de cambio estable que mantiene el poder adquisitivo de las familias mexicanas, y una mejor y mayor recaudación sin necesidad de aumentar o crear nuevos impuestos; de hecho, se ha subsidiado el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) de las gasolinas, para mantener precios accesibles, lo cual ha contribuido a controlar el aumento de la inflación.

Considerando que los Precriterios 2023 delinean el entorno en el que se discutirá el paquete económico del próximo año fiscal, los riesgos del optimismo podrían ser que, con base en él, se relajara la política fiscal o se regresara a los gastos suntuosos en el Gobierno, pero, por el contrario, se espera que el combate a la evasión continúe y se fortalezca, así como también las medidas de disciplina fiscal y el ahorro de recursos mediante la política de austeridad.

En este sentido, el Congreso de la Unión tiene la responsabilidad de analizar y aprobar un Paquete Económico 2023 moderado y prudente, cuando el proceso legislativo así lo exija, para lo cual viene a cuento recordar el refrán japonés que aconseja: “pon más cuidado donde ya pones mucho cuidado”, pues gracias a esta actitud mesurada tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo hemos contribuido a mantener la estabilidad económica y política de México en una de las peores épocas que la humanidad ha vivido. Por tanto, sostengo que en estos tiempos quizá sea bueno un poco de optimismo sano.

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