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Foto: AFP Zuma desafió a sus críticos desde su residencia en una campiña zulú, donde hizo renovaciones por un valor de 24 millones de dólares durante su presidencia; decía que eran trabajos de seguridad.  

Controvertido, polémico, carismático, así era durante su mandato el expresidente sudafricano Jacob Zuma (2009-2018), quien pasó de “héroe del pueblo” a ser el mejor ejemplo de las peores prácticas políticas… y el primer exjefe de la Sudáfrica democrática en ser condenado a prisión. Ayer se entregó a la Policía.

Deberá cumplir de inicio 15 meses de prisión por haberse negado a declarar en investigaciones de presunta corrupción durante su mandato, con el agravante de haber cuestionado y desafiado públicamente al Poder Judicial sudafricano.

A su Presidencia fue obligado a renunciar en 2018 tras una serie de escándalos. El antiguo “combatiente de la libertad” de 79 años, que nunca fue a la escuela, goza de un ferviente apoyo popular y conserva una gran influencia en la maquinaria política de su país.

Fue condenado por montar en cólera contra las instituciones y reírse en la cara de quienes lo investigaban.

La cárcel ya la conoce, fue preso político por su lucha contra el apartheid. En esos tiempos, “JZ” era el temido jefe de Inteligencia, duro contra los traidores y los informantes del régimen. También pasó 10 años en la prisión de Robben Island, al lado de Nelson Mandela.

A Zuma, con cuatro esposas y al menos 20 hijos, lo reconocen como guardián de tradiciones, pues a veces viste el traje de los guerreros zulú.

 

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