Foto: Reuters Grandes exportadores brasileños, preocupados por la imagen del país, también expresaron su preocupación  

El gobierno brasileño se comprometió este miércoles a reducir a un “mínimo aceptable” la deforestación y los incendios en la Amazonía, en respuesta a las alarmas generadas dentro y fuera del país ante el avance de esos fenómenos desde la llegada al poder del presidente Jair Bolsonaro.

 

 

“Vamos a buscar reducir a un mínimo aceptable los índices de deforestación y de incendios, para demostrar a la comunidad internacional y a la sociedad brasileña nuestro compromiso, dejando claro que la deforestación cero y el desarrollo económico no son excluyentes”, declaró el vicepresidente Hamilton Mourao, que dirige el Consejo Nacional de la Amazonía.

 

 

Tras una reunión de este órgano interministerial cuya creación fue anunciada en enero por Bolsonaro, Mourao ratificó “el compromiso firme” del gobierno con la “preservación y el desarrollo” de la mayor selva tropical del planeta.

 

 

Según datos oficiales, la deforestación de la Amazonía brasileña registró un récord semestral de 3.070 km2 entre enero y junio, en alza de 25% respecto al mismo periodo del año pasado, marcando un récord desde el inicio de esa serie en 2015.

 

 

En junio, inicio de la estación seca, se constató además un incremento de casi 20% de las quemas respecto a junio de 2019, la peor cifra para ese mes en 13 años. La preocupación es tanto ambiental como sanitaria, debido a que las humaredas suelen provocar un aumento de las enfermedades respiratorias, que este año se darán en plena pandemia de coronavirus.

 

 

Como respuesta al alarmante aumento de los incendios del año pasado, el gobierno brasileño desplegó a las fuerzas armadas en la Amazonía durante 60 días para combatir la deforestación.

 

 

Este año reeditó en mayo esa operación, bajo el nombre de Operación Verde Brasil 2, que según Morao podría extenderse hasta el final del mandato de Bolsonaro, el 31 de diciembre de 2022.

 

 

– No solamente las oenegés –

 

Las críticas por el avance de la deforestación apuntaron a la política de Bolsonaro, partidario de las actividades extractivas y agropecuarias en áreas indígenas y zonas protegidas.

 

 

El mandatario ultraderechista las atribuía a oenegés “globalistas” y a intereses de países empeñados en impedir el desarrollo de Brasil, pero en los últimos meses las cuestiones ambientales cobraron mayor fuerza en los medios de negocios.

 

 

A fines de junio, fondos de inversión de Europa, Asia y Sudamérica que administran colectivamente cerca de 4 billones de dólares en activos pidieron al gobierno de Bolsonaro que detenga proyectos que amenazan con acelerar la destrucción de la Amazonía.

 

 

Tras reunirse virtualmente el jueves pasado con representantes de nueve de esos fondos, Mourao dijo que estos pidieron “resultados” en la lucha contra la deforestación antes de discutir su eventual participación en proyectos de protección ambiental en el país.

 

 

Grandes exportadores brasileños, preocupados por la imagen del país, también expresaron su preocupación.

 

 

El miércoles fue el turno de 17 exministros brasileños de Economía y expresidentes del Banco Central, que pidieron un cambio de rumbo.

 

DAMG