Martha Hilda González Calderón

 

Trump se secó el sudor que perlaba su frente. Esperó que la ovación concluyera para reiterar su promesa de campaña: de ganar la elección presidencial terminaría con el peor acuerdo comercial en la historia de Estados Unidos, el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México, (TLCAN). Era una mañana de otoño del año 2015.

 

Casi cinco años después, nos preparamos para iniciar una nueva relación comercial con los Estados Unidos y Canadá, a partir del primero de julio del año 2020. Ver el acuerdo como una especie de “membresía” por nuestra ubicación geográfica estratégica, como dijera el financiero Guillermo Zamarripa, es tener cortedad de miras pues, al menos en el ámbito laboral, es la oportunidad de crecer como país, en temas tan relevantes como la democracia sindical y la eliminación de sindicatos “de protección”.

 

Ante la inminencia de la vigencia de este Tratado, el Gobierno Federal divulga su contenido para que los distintos sectores productivos, las entidades federativas y los sindicatos, conozcamos las nuevas reglas que dominarán nuestra actividad económica.

 

En este tenor, la Subsecretaria de Comercio Exterior, Luz María de la Mora Sánchez, señaló cuáles serán los nuevos retos a partir de la entrada en vigor de este nuevo tratado comercial. En el marco de trece tratados de libre comercio que nuestro país ha establecido con cincuenta naciones en el mundo; sin lugar a duda, el más importante es el T-MEC, con los Estados Unidos y Canadá. La razón —señala la Subsecretaria— es que México es el principal socio comercial de E.U. Como Estados Unidos es al mismo tiempo, el principal socio comercial de México.

 

Del lado de Canadá, somos su tercer socio comercial en importancia y Canadá es el cuarto  socio comercial de México.

 

La Subsecretaria dejó muy claro que el “TLCAN impulsó una región muy competitiva en América del Norte”, al aplicarse a una población que se ubica en estos tres países de 493 millones de personas, un Producto Interno Bruto que representa el 18.3% a nivel mundial y un comercio de 6 billones de dólares. Esto nos ubica en el segundo mayor intercambio comercial en el mundo, con base en datos del Fondo Monetario Internacional, (FMI); Banco de México y la Organización Mundial del Comercio, (OMC).

 

Las diferencias entre el TLCAN y el TMEC, no se reducen exclusivamente al número de capítulos que cada uno contiene; particularmente importante es la visión que les da razón de ser a cada uno de estos acuerdos. Por lo que se refiere a la parte laboral, mientras el TLCAN, se regulaba a través de un acuerdo por separado, es decir, el Acuerdo de Cooperación Laboral para América del Norte, (ACLAN). En el T-MEC, se aborda ampliamente en el capítulo 23, lo que le da mayor preponderancia, al ser parte del acuerdo.

 

En el caso del TLCAN, se facilitó la transferencia de empleos de Estados Unidos y Canadá a México. Y por supuesto, se incrementaron las exportaciones de nuestro país en el sector automotriz, eléctrico y digital, al ofrecerse facilidades y mano de obra barata. Ese es uno de los retos principales del T-MEC: que los salarios en México se fortalezcan y sean competitivos con respecto a sus vecinos del Norte —ya se elevó a inicios del 2020, el salario mínimo vigente a un 20%— que se atiendan los temas de género, la democracia sindical, eligiendo los trabajadores a sus dirigentes por voto libre, directo y secreto; que se elimine cualquier forma del trabajo infantil y el trabajo forzado.

 

En México, el gobierno federal señala como atributos de este nuevo tratado comercial, el que tenga reglas claras, certidumbre, mantenimiento del libre comercio y preservación de la integración de América del Norte. Porque a diferencia del TLCAN, el T-MEC no solo es la facilidad de comercialización; sino que se cuida que los bienes sean producidos respetando ciertas reglas en materia laboral, ambiental, de protección de derechos humanos, transparencia, etc. Además de que los trabajadores que participen en su producción gocen de libertad de asociación sindical y que tengan derecho a participar en la negociación colectiva de sus contratos. Que haya cuidado en que se observe la equidad y perspectiva de género; además de la protección por parte de las leyes laborales a los migrantes, así como a los niños, niñas y adolescentes.

 

Es en el capítulo 23 del T-MEC, se abordan las obligaciones laborales a las que los tres países se han comprometido. Desde antes del inicio de este Tratado, México había ratificado los convenios de la OIT: 87 y 98 relativos a la libertad sindical y reconocimiento al derecho de negociación colectiva; 29 y 105, sobre la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso y obligatorio. Los convenios 100 y 111, relativos a la discriminación en el empleo y la ocupación; y el 138 y 182, relativos a la abolición del trabajo infantil.

 

El sector automotriz es uno de los sectores que se aborda con mayor detalle y uno de los retos que enfrentamos como país, al establecerse que el 40% de las partes de los automóviles sean manufacturados por trabajadores que ganen 16 dólares por hora.

 

La OIT ha alertado de las asimetrías de los tres países. En el caso mexicano, parte de los retos que ha señalado, son: la precarización laboral, la informalidad, el rezago de tecnologías y la migración.

 

Sin embargo, el tema crucial establecido en el nuevo T-MEC es la oportunidad de contar con sindicatos más representativos de su base laboral, con una vida democrática sindical profunda y efectiva; contratos colectivos de trabajo que sean conocidos por los trabajadores a quienes regulará su relación de trabajo y que participen en su negociación; con instituciones que fortalezcan la certidumbre de la impartición de la justicia laboral pronta y expedita, precedida por un ejercicio de conciliación eficaz. Además del establecimiento de un mecanismo laboral de respuesta inmediata, que establece desde la consulta entre países, en el caso de una queja, hasta el establecimiento de paneles arbitrales de respuesta inmediata.

 

En el Estado de México, estamos construyendo la materialización de la Reforma Laboral. El que una entidad federativa como la mexiquense, con una población de más de 16 millones de habitantes, siendo la tercera entidad federativa con el mayor número de empleos, 1’580,188; con sectores estratégicos aquí instalados, como el de la industria de la transformación, en donde destaca el sector automotriz, entre otros, sea de las primeras entidades federativas en esforzarse en cumplimentar los compromisos derivados del T-MEC, responde a la voluntad política del Gobernador Alfredo Del Mazo Maza y a la paz laboral que priva en el Estado.

 

En nuestra entidad, las organizaciones sindicales han cumplido en más de un 50% la actualización de sus estatutos, integrando los criterios de género, a los que se han comprometido.

 

Además, se prepara para el próximo octubre, la entrada en funciones del Centro Estatal de Conciliación Laboral, junto con los Juzgados Laborales, mientras que las Juntas Locales de Conciliación y Arbitraje alistan su cierre paulatino. Hemos construido un estándar de competencia para la  certificación de los conciliadores laborales con validez oficial.

 

En México estamos listos para atender las obligaciones derivadas del T-MEC. En el estado de México estamos convencidos que servirá para fortalecer nuestra planta productiva y hacerla más competitiva. Estaremos acompañando a los distintos sectores económicos y las representaciones sindicales en la construcción de sus acuerdos. El tripartismo debe seguir siendo la ecuación que equilibre nuestras relaciones laborales, en un contexto cada vez más complejo. Confiamos que unidos, podremos atender los compromisos internacionales y fortalecer nuestra planta laboral.

 

                                                                                                                                              @Martha_Hilda