Han pasado once días desde que se dio a conocer el ciberataque a Pemex, en el que se presume la introducción de un “Ransomware” a sus sistemas computacionales a través del cual se habría robado información confidencial; sin que al momento exista información oficial y verificable sobre la magnitud del daño.

El acostumbrado silencio del director de la paraestatal, Octavio Romero, sólo ha encontrado interrupciones en declaraciones de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien informó la solicitud de cinco millones de dólares para finalizar el ataque, y del secretario de Hacienda, Arturo Herrera, quién minimizó el daño. Sin embargo, la falta de información sólo da origen a dudas y cuestionamientos, por ejemplo, por qué pedir un “rescate” de cinco millones de dólares a una empresa que maneja una cantidad inmensamente mayor diariamente, o cómo se solicitaron estos recursos, a quién y por qué vía. Según fuentes cercanas a la empresa, las afectaciones podrían alcanzar entre 10 mil y 15 mil equipos de cómputo, en los cuales se habría perdido información necesaria para la operación cotidiana de rubros sensibles de la empresa.

Una nota publicada el 6 de noviembre pasado por Noé Cruz Serrano en El Universal, da cuenta de un adeudo de alrededor de 100 mil millones de pesos a 950 proveedores de la petrolera, lo que podría ser causal de una acusación de fraude en el mercado de valores de Estados Unidos, y que mantiene en vilo a empresas grandes, medianas y pequeñas ante la incertidumbre sobre la liquidación de servicios ya prestados. Si bien la información oficial es escasa, las quejas de los proveedores de Pemex van en aumento, a lo que habría de sumar el drástico recorte presupuestal a los servicios y productos para garantizar la seguridad cinética. Entre notas informativas publicadas durante el último mes destacan la falta de pago a proveedores, la creciente deuda de Pemex, la incertidumbre sobre su nota crediticia, y el ataque a servidores ¿Será que tanto Pemex, como las autoridades encargadas de hacer las investigaciones judiciales sobre el tema, no verán ninguna relación entre estos datos?

Entre tanto, aunque se trata de la empresa de “todos los mexicanos”, los que realmente conocen la magnitud del daño serán unos cuantos, mientras que el resto de los propietarios seguimos sin conocer quién y hasta dónde logró dañar sus operaciones, pero, sobre todo, cuándo podrá resolverse la situación.

Además de los ciudadanos, otros afectados son los contratistas de menor tamaño y capacidad, a quienes la falta de pago podría significarles la quiebra en el corto plazo, mientras que, para las empresas extranjeras, el daño es directamente proporcional entre sus finanzas y las de Pemex, pues deuda afecta la confianza de inversionistas en la empresa. La especulación encuentra terreno fértil en la incertidumbre, la opacidad y el silencio, escenario que tanto la Secretaría de Energía y la Dirección de Pemex debería tener en cuenta a fin de que la información permita despejar toda duda sobre la salud informática de la petrolera.