Hoy que conoceremos la decisión de política monetaria del Banco de México, la tasa de interés no debería mostrar ningún cambio.

Lo que va a ser muy interesante es el comunicado de la determinación que tomó la Junta de Gobierno para ver cómo andan los encontronazos entre los banqueros centrales.

Y es que, desde que en la Junta de Gobierno se coló la 4T en la figura de Gerardo Esquivel, hay consideraciones que ya no salen por unanimidad, como aquéllas que marcan la condición precaria en la que ha entrado la economía mexicana.

En la determinación anterior fue unánime la decisión de mantener la tasa de interés interbancaria en 8.25%, pero el recién ingresado integrante, propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador, Gerardo Esquivel, votó en contra del tono restrictivo del comunicado.

No es un secreto que el Presidente quisiera que el banco central mexicano fuera más laxo en su política monetaria, que bajaran las tasas de interés para que se fomentara el crecimiento económico y que los pronósticos del propio organismo autónomo fueran más alineados con el optimismo gubernamental.

La realidad es que el Banxico ejerce plenamente su autonomía, no acepta influencias externas. Los miembros que toman decisiones tienen puntos de vista propios, hoy claramente divergentes, pero todos tienen la experiencia y los conocimientos para tomar las mejores determinaciones con base en el mandato del banco central.

Vamos, dentro de la Junta de Gobierno del Banco de México no hay agrónomos convertidos en petroleros o amigos en puestos para los que no tienen la más mínima preparación. Hay verdaderos expertos.

Pero uno de ellos claramente simpatiza con el proyecto, la visión y el exagerado optimismo del presidente Andrés Manuel López Obrador.

El paso de Gerardo Esquivel se nota claramente en la minuta de las reuniones de decisión de política monetaria. Que, aunque son anónimas en su publicación, son transparentes como papel de arroz al momento de leer las consideraciones de unos y de otros.

La realidad de los números es una. La economía presenta una desaceleración notable, hasta el terreno del crecimiento negativo del primer trimestre de este año. Pero al mismo tiempo, los datos de la inflación indican que en su medición general otra vez hay presiones que tienen su nivel por arriba de lo que el Banco de México puede aceptar.

El Banxico no tiene un estimado del Índice Nacional de Precios al Consumidor. Tiene una meta que debe cumplir. Ésa es su obligación prácticamente única.

Los cálculos del mercado es que para finales del verano iniciaría un regreso de la tasa de interés. No antes.

Pero dentro de la discusión interna, que ahora muestra divergencias en la manera de plantear las cosas en el comunicado, puede pasar a la división de votos respecto a la pertinencia de bajar la tasa de referencia.

Lo más importante será siempre que el presidente López Obrador deje trabajar en autonomía al Banco de México, y no en un afán de querer controlar la política monetaria le eche encima al Poder Legislativo para tratar de cambiar su mandato.