Foto: Reuters / Archivo Estaba diseñado especialmente para torturar y matar a sus enemigos. …en esa casa nadie sale. No sale ruido: Galván  

En el llamado Juicio del Siglo, Contra Joaquín El Chapo Guzmán, han salido a la luz una serie de hechos que permiten entender el modo en el que se manejaba el Cártel de Sinaloa (CS).

 

 

Desde coluciones con autoridades locales y federales, hasta las cartas con Emma Coronel, el juicio que se lleva a cavo en Nueva York ha dado de qué hablar a todo el mundo. Sin embargo, un relato no tan conocido es el de la casa de seguridad del Cártel de Sinaloa en Ciudad Juárez, Chihuahua, mejor conocida como La Casa de la Muerte.

 

 

El testimonio de Edgar Galván, miembro del CS desde el 2003, narra el uso que le daban a una propiedad en la ciudad fronteriza.

 

 

La historia de Galván empieza con Antonio El Jaguar Marrufo, un sicario respetado en Ciudad Juárez, famoso por asesinar a la competencia, en especial a los pertenecientes al Cártel de La Línea.

 

 

Fue después de trabajar durante cuatro años para El Jaguar que Galván conoció La Casa de La Muerte y a Joaquín Guzmán.

En dicha casa de seguridad iban a dar todos los miembros capturados de cárteles ajenos a la organizacón de Guzmán Loera. Ahí, los torturaban y asesinaban para conseguir información y/o ajustar cuentas.

 

 

Galván describe la casa como un lugar amplio, con seguridad fortificada, con muros que absorben ruidos, con el piso liso y ligeramente inclinado para que la sangre se escurriera a unas coladeras.

 

 

“Estaba diseñado especialmente para torturar y matar a sus enemigos. …en esa casa nadie sale. No sale ruido.” dijo en la corte.

 

 

Galván formó parte del Cártel hasta que fue capturado en 2010, ahora cumple condena de 24 años.

 

 

 

 

jhs