Foto: Twitter @NaomiJacobs1 "El recuerdo de haber tenido a mi hijo se había perdido en la amnesia"  

Naomi Jacobs, una joven del Reino Unido fue a dormir una noche en abril del 2008 y despertó en una casa desconocida, su cama era completamente diferente y la pijama que vestía jamás la había visto.

 

Al despertar, su rostro lucía de 32 años, misma edad que tenía al acostarse, sin embargo no recordaba nada de los últimos 17 años, Naomi perdió cada uno de sus recuerdos y sólo tenía en mente las cosas que había vivido antes de los 15.

 

“Primero pensé que estaba soñando; se convirtió en una pesadilla cuando vi mi cara. Encontré un espejo bajo el lavabo y me miré”, contó. “Me llevó un breve segundo, pero entonces mi boca se abrió en una expresión de horror, mientras agarraba mi cara y gritaba: ‘¡No! Ay, Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío… Estoy… ¡estoy vieja!'”

 

Todo fue muy confuso y entró en pánico, estaba pasando por un trastorno conocido como amnesia disociativa; es un estado poco frecuente causado por estrés grave.

 

Segura de tener 15 años y de vivir en 1992, creía equivocadamente que Nelson Mandela continuaba encarcelado, las Torres Gemelas seguían en el sur de Manhattan y que no existía internet ni telefonía celular.

 

“Nunca olvidaré el momento en que Gerald, el esposo de mi amiga, le extendió a mi hermana un móvil para hacer una llamada”, escribió en el libro donde relata extraña experiencia, Forgotten Girl. “Mi asombro fue total al mirarla usar la punta de su dedo para tocar la pantalla y buscar en una larga lista de números. No podía creer que no había teclas y que uno solo tenía que tocarlo para que funcionara. Era algo de película” recuerda.

 

Lo más difícil es que tenía un hijo de 10 años de edad de nombre Leo.

 

“El recuerdo de haber tenido a mi hijo se había perdido en la amnesia”; afirmó, “pero supe la primera vez que lo vi que sin dudas era mío. Era innegable, se parecía tanto a mí”. “Debía ser honesta conmigo misma. Lo que me pasaba podía ser permanente. Y yo tenía la responsabilidad de cuidar a un niño”.

 

En ese momento, por su interior sólo pasaba la idea de cumplir sus sueños, quería convertirse en periodista o ser escritora, viajar por el mundo y vivir en una enorme casa, aunque su realidad ya era muy diferente.

 

Tras buscar las posibles razones por las que el estrés llegó a su vida, encontró que una noche mientras su madre se encontraba ebria, ella intentó suicidarse.

 

Tras tres meses de recuperación, un día despertó con la memoria totalmente restituida.

 

DAMG