En los previos a las elecciones del 1 de julio, la lógica que explicaba las alianzas, los frentes y las coaliciones era que ningún partido político, por sí mismo, lograría la victoria en la contienda presidencial.

Por eso la alianza PRI, PVEM, Panal, además de la coalición Morena, PT, PES y el frente PAN, PRD, MC. Incluso, durante la campaña, tirios y troyanos justificaban las distintas alianzas, con el sambenito de que la sociedad privilegia la pluralidad y que las ideologías ya no importan.

Sin embargo, todos se equivocaron. Las alianzas fracasaron y un solo partido, acaso el más joven, se convirtió en aplanadora que trituró todo a su paso, en especial los frentes y las coaliciones.

Y el fenómeno de partido único es tal que –por increíble que parezca-, hoy todos quieren ser o parecer “morenistas”, si no es que afiliarse a Morena.

Y la repentina fiebre –verdadera epidemia– provocó el desplazamiento del Partido Verde, que decidió romper su alianza con el PRI para entregarse a los brazos de Morena y del gobierno del presidente López.

En realidad la traición del Verde se produjo desde tiempo atrás, cuando el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, movió todo el dinero público del estado y el capital político a favor de Morena.

A su vez, al instalarse ayer las cámaras del Congreso, se confirmó la muerte de la coalición Por México al Frente que integraron PAN, PRD y MC. Lo simpático es que Movimiento Ciudadano ya se había entregado a Morena y al Presidente electo, mientras que el PAN vive los “dolores de parto” que harán posible el alumbramiento de su nuevo presidente, luego que Ricardo Anaya destruyó al viejo partido azul.

Todo indica que el nuevo PAN –con Moreno Valle como mandamás- será otro aliado de Morena y del nuevo Gobierno. ¿Por qué? Porque, como ya lo documentamos, Moreno Valle es “el dedo chiquito” de la profesora Gordillo y pactó con Morena el triunfo de su esposa en el Gobierno de Puebla.

También se confirmó –al instalar la Cámara de Diputados- que la bancada “morenista” creció aún más. ¿Por qué? No por la suma aritmética de las partes, sino por un fenómeno emparentado con la microbiología; la epidemia llamada Morena.

Y es que si no fuera suficiente con las traiciones y las declinaciones a favor del partido rojo –que explicamos arriba-, resulta que 32 diputados del PT y 25 del PES se sumaron a Morena, con lo que el partido del presidente López se consolidó como mayoría absoluta, con 247 diputados.

¿Y qué significa lo anterior? Que en la Cámara de Diputados, Morena y sus incondicionales podrán conseguir, sin problema, no sólo la mayoría simple para reformar todas las leyes que gusten y manden, sino la mayoría calificada, para enmendar la Constitución.

Dicho de otro modo, que los únicos partidos realmente de oposición en Diputados y Senadores serán el PRI y el PRD, partidos testimoniales que darán la batalla en la tribuna, pero serán arrasados en las votaciones.
Volvemos al partido único y a la oposición testimonial.
Al tiempo.