A 24 días de la celebración de la elección, los gobernadores deshojan la margarita, hacen sus últimos amarres, juegan a la catafixia y barajan el futuro.

Por supervivencia, han leído y analizado las últimas mediciones: El Financiero le da 50 puntos de intención de voto a López Obrador; seguido por Anaya que acumula 24, con un empate técnico con Meade (22).

Y Oraculus asegura que el tabasqueño tiene 94 por ciento de probabilidades de llevarse el triunfo, con su Poll of Polls: AMLO 44-51, RAC 25-32, JAM 18-23 y JRC 2-4.

“Todo está decidido, ya no hay nada que hacer, nadie lo baja ya, este arroz ya se coció”, escuchan de sus asesores y más cercanos colaboradores,de los primeros mandatarios. Ellos, con cara de angustia, saben el porqué las cosas están como están. Pero se dicen a sí mismos, hay que ir para adelante; no hay mal que por bien no venga.

Por ello, se preguntan los 32 titulares de los ejecutivos locales, ¿para qué meterle dinero bueno a un candidato que no va a ganar?

Los gobernadores tienen su maquinaria bien aceitada, lista para echarla a andar: efectivo, camiones, choferes, líderes por distrito, sección, colonias y manzanas. También centenas de celulares y tabletas con crédito suficiente para enviar miles de fotografías y constancias de las actas recién llenadas y firmadas. Obviamente representantes de casilla, soldados defensores de votos, movilizadores profesionales. Los mapaches y gurús electorales también listos.

Los cuartos de guerra ya están acondicionados, hasta la comida y bebidas decididas, porque ahí estarán reunidos por más de 24 horas seguidas, y después durante el inevitable proceso postelectoral.

Pero que nadie se engañe, esa maquinaria será para garantizar los diputados federales que traerán dinero los próximos tres años a las chequeras estatales, sí esos fieles colaboradores que representarán los intereses políticos del grupo.

Esa maquinaria también servirá para garantizar el control de sus Congresos en las respectivas capitales. Claro, quieren seguir siendo faraónicos Santa Clauses, poderosos reyes Midas, pues.

Esa maquinaria también alcanza para meter al Senado a uno o dos gallos, que en su momento podrían competir para sucederlos.

Ya para la mañana del 2 de julio, las disculpas y las excusas: el fenómeno López, el tsunami morenista nos pasó encima, ni modo, pagamos los platos rotos en esta elección.

Pero en el fondo estarán contentos los gobernadores panistas y perredistas, porque si hubiera ganado Anaya, serían el resto de sus respectivas administraciones, vulgares empleados.

De igual manera los priistas estarán desvelados, pero contentos, porque si hubiera ganado Meade, vulgares empleados.

Tendrá que negociar con nosotros, no podrá gobernar solo, el tabasqueño tendrá que concertasesionar con la membresía de la Conago, se repetirán en voz baja, mientras el luto invade a los equipos de las coaliciones perdedoras.

Que ahora se preocupen Claudia Sheinbaum, Cuauhtémoc Blanco y Adán López. Ellos sí recibirán órdenes, estarán bajo las instrucciones, ánimo, humor y bajo la batuta del tabasqueño. Esta tercia con el paso del tiempo bromeará con aquello de que les hubiera ido mejor, si su jefe se hubiese ido a La Chingada.

Y claro, mientras se instala el nuevo Congreso de la Unión, se prepara la toma de posesión y el cambio de poderes, se aventarán culpas y se repartirán las migajas de lo que queda de sus partidos.

Los gobernadores habrán salido ilesos, y hasta ganadores de la contienda.

Así es la política: ahora le apostarán a un mal gobierno de López para soñar con la grande en 2024.

@GustavoRenteria
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