El apoyo del ex primer ministro, Manuel Valls a la candidatura presidencial de Emmanuel Macron sacudido las entrañas del Partido Socialista francés, que se acerca a unas elecciones donde su propia supervivencia puede estar en riesgo.

 

 

Macron agradeció con frialdad el espaldarazo. Su entorno admite que Valls se convirtió en un activo tóxico, cuyo respaldo garantiza votos del socialismo moderado pero a la vez alimenta el argumento favorito de sus rivales: que Macron encarna la continuidad del Presidente, el socialista François Hollande.

 

 

Las “izquierdas irreconciliables” tan a menudo citadas por Valls se sitúan así en rumbo de colisión, presionadas por Macron desde el flanco derecho y por Jean-Luc Mélenchon desde la izquierda, con el maltrecho Partido Socialista como campo de batalla.

 

 

“Ante la amenaza que representa el populismo y la extrema derecha (…) no se puede asumir ningún riesgo”, se justificó Valls, en una entrevista en el canal “BFMTV”, para explicar que no votará por Benoît Hamon, quien le venció en las primarias de su partido en enero.

 

 

Algunos correligionarios han buscado un afán revanchista en la posición de Valls, que respondió así al ser preguntado si teme ser apartado del PS: “¿Excluido por los que no han respetado ninguna regla durante cinco años?”, se interrogó en alusión a Hamon, cabecilla del ala rebelde de su grupo parlamentario.

 

 

El aspirante socialista encajó esta nueva deserción en su campo -que se suma, entre otras, a la del ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian- con cara de circunstancias y un nuevo llamamiento a la unidad de la izquierda.

 

 

“Les pido que castiguen a quienes se prestan a este juego malsano (…) y, al mismo tiempo, den la espalda a esos políticos que ya no creen en nada y que van hacia donde sopla el viento, en desprecio de sus convicciones”, apeló.

 

 

A continuación, tendió la mano al izquierdista Mélenchon y a los comunistas para unir fuerzas en un frente común que por ahora parece improbable.

 

 

Dentro del partido la reacción fue furibunda contra Valls, para quienes no se ahorraron epítetos como “miserable”, “traidor” o “desleal”.

 

 

La última encuesta conocida ayer, de la casa Elabe, señala que Mélenchon, con una intención de voto de 15%, no deja de distanciarse de Hamon, que apenas frisa 10%.

 

 
En la historia

 
Los socialistas solo han faltado una vez en la segunda vuelta desde 1969. Ocurrió en 2002, cuando el socialista Lionel Jospin quedó tercero y Jean-Marie Le Pen, disputó la segunda vuelta con el presidente Jacques Chirac. Chicac derrotó entonces a Le Pen con 82% de votos y renovó su mandato.