Ni los más sesudos analistas, ni la más precisa de las encuestas había anticipado un duelo como el de ayer: el ex Primer Ministro de Nicolas Sarkozy, François Fillon quien ganó la primera vuelta de la primaria con más del 44% de los votos y, con ello, dejó fuera a Sarkozy y provocó una sacudida en el seno de la derecha, se coronó como candidato a la Presidencia de Francia en 2017 tras imponerse al también ex Primer Ministro y canciller Alain Juppé en la segunda vuelta de las primarias.

 

Su programa ultraliberal y ortodoxo, que él mismo califica de “radical”: disminución de las ayudas sociales, ampliación de la edad de la jubilación, despidos más fáciles, supresión de funcionarios públicos, ajustes y ahorro, arrasó al conquistar en torno a 67% de los más de cuatro millones de electores que, a la espera de las cifras definitivas, acudieron a las urnas en Francia.

 

“En nuestro país hay una inmensa necesidad de respeto (…) Tengo el deber de devolverle la confianza a los franceses, de vencer el inmovilismo y la demagogia”, señaló Fillon ante sus seguidores, que consideró que el socialista François Hollande ha “rebajado” la función presidencial y prometió restaurarla.

 

Fillon se ha convertido en la pesadilla imprevista de una extrema derecha que partía segura de desencadenar otro terremoto en las elecciones presidenciales de 2017. Con ese giro conservador, que ha sabido presentar como rupturista, aspira a frenar la previsible fuerza de la ultraderechista Marine Le Pen, a la que todas las encuestas colocan ya en la segunda ronda de las presidenciales de abril y mayo del próximo año. Agencias