PARÍS. François Hollande dio un paso al frente en la defensa de un texto que se está convirtiendo en su principal problema a un año de las elecciones presidenciales.

 

Aunque estancado, el frente sindical no parece desinflarse y por sexta jornada miles de personas recorrieron las calles de decenas de ciudades del país en contra de la ley.

 

Las autoridades aseguran que 68 mil personas se manifestaron en todo el país, algo más de las 50 mil que habían contabilizado el pasado 12 de mayo en la última jornada de protesta. Los sindicatos protestatarios quieren mantener vivo el movimiento y para el próximo jueves tienen convocada otra jornada de protesta.

 

En esta ocasión, recibieron el apoyo de los sindicatos de trabajadores del sector del transporte por carretera, que temerosos de que la reforma laboral perjudique sus condiciones, bloquearon el acceso a algunos puertos y refinerías.

 

Hoy será el turno de los trabajadores de la empresa pública de ferrocarriles, que tienen convocado un paro en protesta por sus propias condiciones laborales, y el jueves se les unirán los controladores aéreos, lo que dará una nueva dimensión a la protesta.

 

Pero todo eso no está cambiando el rumbo del gobierno socialista francés, dispuesto a sacar la ley adelante incluso pese a la división que provoca en sus filas, lo que le ha obligado a hacerlo por un procedimiento que evita el voto en el Parlamento.

 

Hollande y su Ejecutivo se juegan el todo por el todo y no están dispuestos a dar ninguna señal de debilidad en este proyecto. Al contrario, el presidente parece querer convertirlo en un símbolo de su firmeza frente a las críticas que la derecha y la extrema derecha le lanzan por su presunta debilidad contra los manifestantes.

 

En particular, con los actos violentos que sistemáticamente se producen al final de cada una de esas jornadas de protestas, que los conservadores atribuyen a la falta de mano dura del Ejecutivo.

 

Solo en la jornada de ayer, la policía procedió a 87 arrestos en diversas ciudades, muchos de ellos por llevar armas de fuego y otros por lanzar objetos contra las fuerzas del orden.

 

En total, desde que comenzó la oleada de protestas contra la reforma laboral, un millar de personas han sido detenidas por actos violentos.