Mary tiene 20 años de edad y está en la cárcel “por amor”. Fue detenida hace tres meses con unos 600 gramos de marihuana que llevaba ocultos en la pantaleta cuando fue a visitar a su esposo en el Reclusorio Norte.

 

Mujeres como ella arriesgan su libertad por complacer a sus parejas en reclusión, en la mayoría de los casos no hay ningún otro interés, sólo quedar bien con ellos, se les conoce como “aguacateras” por la forma que adquieren los bultos de droga para introducirlos vía vaginal.

 

La condena por este delito se agrava por tratarse de un centro de reclusión y también se puede responsabilizar al interno que es visitado. El castigo va de 7 a 15 años de prisión.

 

Así como ella, 115 mujeres y 14 hombres fueron consignados por tratar de introducir enervantes en alguno los penales de la Ciudad de México entre el 21 de agosto de 2012, fecha en la que comenzó sus trabajos la Fiscalía Central de Investigación para la Atención del Delito de Narcomenudeo (FCIN), y el 30 de noviembre de 2015.

 

“El intento de entrega es siempre a un varón, todos los centros penitenciarios tienen su día de visita y como conducta, una constante que ya se hizo costumbre, es que los martes, jueves, sábados o domingos haya una puesta a disposición de alguien que intentó introducir alguna droga, por ser días de visita”, precisó a 24 HORAS  Marcela García Torres Vega, titular de la FCIN.

 

La funcionaria resaltó que las mujeres incurren más en este ilícito, por lo que se ha denominado “delito por amor”, ya que “en sí es un acto por enamoramiento, lo hacen para hacer llegar el narcótico a sus parejas que se encuentran detenidas o internas, puede ser el esposo, novio, concubino o un hijo”.

 

En el caso de los hombres, añadió García Torres Vega, se introducen el narcótico en los zapatos como plantilla u ocultos dentro con la intención de hacerlo llegar a hijos o nietos y en contadas ocasiones a amistades.

 

Mary tiene estudios de preparatoria y se dedicaba a vender tacos y pan. Es de Netzahualcóyotl y aseguró que el 29 de agosto de 2015, a las 11:40 horas, acudió al Reclusorio Norte a visitar a Marcos, su cónyuge. Es una de las 66 personas que han sido descubiertas en la aduana de dicho penal cuando intentaba meter droga.

 

Sonia es otro caso. Hizo tratos con una señora de nombre Leticia, según su versión. Dijo que tiene 38 años de edad, es casada, estudió hasta la secundaria, es ama de casa y radicaba en la Delegación Tláhuac.

 

El sábado 21 de noviembre de 2015 cuando salió del Reclusorio Norte se encontró con Lety, quien le dijo que el próximo martes la ayudara a meter un paquete de mota porque de lo contrario ya sabía lo que va a pasarle a su hijo, interno de ese penal.

 

El día de la cita Sonia fue a un baño público para introducirse el envoltorio de marihuana en la vagina, luego se dirigió a la puerta del reclusorio donde le asignaron el cubículo 10, al comenzar la revisión la custodia le tocó los pies con las manos y Sonia se movió hacia atrás, dijo que le provocaba cosquillas, pero estaba sudando.

 

La oficial detectó que Sonia estaba inflamada del vientre, a la altura de la vagina, endureció el tono de voz y exigió respuestas. Sonia aceptó que llevaba droga.

 

Para la Fiscal, el tipo de declaración de Mary es parte de un patrón aprendido de manera previa con la pareja, en el que “generalmente es la táctica evasiva y siendo propiamente el caso de las damas, son las encomiendas que realizan por amor o bien 100, 200 o 300 pesos”.

 

En los filtros de los penales se han descubierto paquetes que llevan “las aguacateras” de hasta de un kilo de peso.

 

La FCIN es la instancia que tiene como tareas principales detener y consignar a personas por la comercialización de enervantes, aunque también imparte pláticas preventivas en escuelas y ha contribuido a canalizar a 2 mil 803 farmacodependientes a Unidades Médicas de Especialidades.

 

Infografía: Xavier Rodríguez