SAO PAULO. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff nombró el jueves a un admirado banquero y exsecretario del Tesoro como ministro de Hacienda para su segundo mandato, lo que envió señales de un cambio de rumbo para rescatar a la economía.

 

Joaquim Levy fue vicepresidente de finanzas y administración del Banco Interamericano de Desarrollo y ayudó a recuperar la confianza de los inversionistas al reducir la deuda como miembro del gabinete del antecesor y mentor de Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva.

 

Para integrarse al gabinete de Rousseff, el economista con un doctorado de la Universidad de Chicago abandonará su puesto como director de los fondos de inversión y carteras del banco Bradesco, uno de los más grandes de Brasil. En un comunicado, el gobierno también anunció que Nelson Barbosa, un subsecretario de Hacienda, será el nuevo ministro de Planeamiento.

 

El nombramiento de un banquero fiscalmente conservador, apodado “Manos de Tijeras” por ser especialista en recortar gastos, fue considerado una señal de que Rousseff entró en razones después de una campaña de reelección donde atacó a sus oponentes por sus tendencias neoliberales.

 

“La presidenta sabe que no puede repetir los números mediocres de crecimiento que el país presentó en su primera gestión”, escribió Marcelo de Moraes, un columnista de O Estado de S. Paulo. “Dilma sorprendió a todos con el pragmatismo de su decisión”, agregó.

 

La mandataria tiene retos pendientes en el frente económico.

 

Luego de que Brasil en 2010 brillara internacionalmente con un crecimiento del Producto Interno Bruto de 7,5%, la economía cayó en recesión la primera mitad del año. La desaceleración de China influyó ya que es el principal socio comercial. La inflación anual ahora sobrevuela el objetivo del gobierno de 6,5%.

 

Algunos culpan a Rousseff por intervenir en el sector energético, el principal motor del país, con medidas como el control del precio de la gasolina. La presidenta reconoció que tendrá que reducir los gastos públicos durante su segundo mandato ya que el gobierno enfrenta un déficit.

 

Durante la campaña, Rousseff había anticipado que reemplazaría al actual ministro de Hacienda Guido Mantega, nombrado por Lula da Silva en 2006.

 

Los analistas sostienen que Rousseff no tenía otra alternativa más que nombrar a un político querido por los mercados financieros, aunque eso significara designar a alguien a veces demasiado estricto y con quien sostuvo desacuerdos en el pasado. Cuando era ministra de Minas y Energía la presidenta peleó con Levy al grado de expulsarlo de su oficina, según medios locales.

MG