Real Madrid conquistó este sábado su ansiada décima corona de Europa al vencer 4-1 al Atlético de Madrid, en una dramática final que empató a un suspiro del silbatazo final y ganó con tres goles en los 10 últimos minutos del segundo tiempo suplementario.

 

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Sergio Ramos igualó por el Madrid con un cabezazo en los descuentos y Gareth Bale marcó el gol del triunfo a los 110 ante un Atlético que estuvo a medio paso de levantar su primer trofeo de la Copa de Europa. Marcelo y Cristiano Ronaldo, de penal, sentenciaron en los tres minutos finales.

 

Fue un partido ríspido, de alta tensión. El árbitro holandés Bjorn Kuipers mostró 12 tarjetas amarillas: siete para el Atlético y cinco para los madridistas.

 

El Madrid ganó su primera Copa de Europa desde 2002 y su técnico Carlo Ancelotti sumó su tercera Liga de Campeones, igualando la marca de Bob Paisley con el Liverpool. El italiano también fue campeón dos veces como jugador, en todas las ocasiones previas con el Milan.

 

“Hemos intentado hasta lo último, con toda la energía posible, y al final hemos conseguido el empate”, expresó Ancelotti. “Hemos conseguido una copa que para el Real Madrid es muy importante”.

 

El uruguayo Diego Godín anotó por el Atlético a los 36 minutos, ayudado el arquero madridista Iker Casillas que se equivocó al quedar a medio camino cuando salió a cortar un centro.

 

“Lo que siento es amargura”, dijo el técnico argentino Diego Simeone. “Cuando uno lo da todo, no hay que estar triste. Hoy el partido no merece una lágrima”.

 

El partido arrancó tan igualado y trabado como se preveía. El Madrid notó en exceso la ausencia por sanción de su mariscal Xabi Alonso y no consiguió hacerse con el dominio del centro del campo. Pero el primer golpe lo sufrió el Atlético. La apuesta de Simeone por Diego Costa fue desacertada, y pese a salir en el once titular, el artillero hispano-brasileño apenas podía moverse ni correr y fue sustituido a los nueve minutos por Adrián López.

 

Costa se lesionó la semana pasada en el empate 1-1 con el Barcelona que le dio al Atlético su primera liga española desde 1996, y su participación en la final de Champions fue una incógnita hasta minutos antes del encuentro.

 

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El cambio no alteró el esquema de los de Simeone, que no tenían excesivos problemas para controlar las escasas embestidas del tridente formado por Cristiano, Bale y Karim Benzema. Solo Angel Di María, elegido mejor futbolista de la final, alternaba la banda con la circulación eléctrica entre líneas, pero sus aventuras acababan casi siempre con la falta de un rival expeditivo en el corte. Sin demasiado fútbol al que agarrarse, el Atlético llevó el encuentro a los pequeños detalles, donde se ha demostrado un experto en sacar petróleo.

 

Sin embargo, fue el Madrid quien pudo adelantarse antes del gol de Godín. Bale recogió un mal pase de Tiago en cancha rojiblanca. El expreso galés corrió al área, pero su disparo impreciso se marchó desviado a la derecha de Thibaut Courtois.

 

La suerte tenía reservado un papel estelar para Bale mucho más tarde. Pero antes de eso, llegó la jugada del único gol rojiblanco, marcada por el error de Casillas.

 

A la salida de un córner, Juanfran Torres colgó un balón al área sin aparente peligro. Godín, que marcó el gol ante el Barsa que dio la liga al Atlético, ganó el salto a un desdibujado Sami Khedira y su cabezazo superó una mala salida de Casillas para entrar llorando al arco.

 

Ancelotti movió el banquillo tras el descanso. Retiró a Khedira, que notó la inactividad de toda la temporada por la rotura de ligamentos en su rodilla derecha, y a Fabio Coentrao para dar entrada a Isco Alarcón y Marcelo.

 

Courtois tapó un libre directo de Cristiano y el Madrid inquietó al Atlético en alguna jugada a balón parado. Pero ni Cristiano ni Bale ni Benzema parecían tener su día y acusaron las molestias físicas de final de temporada. Simeone respondió a la ofensiva madridista metiendo a José Sosa por Raúl García. Mientras Adrián perforaba la banda de Dani Carvajal esporádicamente y David Villa tiraba de veteranía en la media para dar oxígeno a sus compañeros.

 

Poco a poco, el esfuerzo fue pasando factura a Gabi, Koke y Tiago, uno de los trivotes más solventes de España, y el Madrid arrolló al Atlético durante los últimos 20 minutos. Bale volvió a cabalgar por la banda a los 78 minutos, pero no precisó su remate al arco. Un minuto después, Isco realizó un esquisto control dentro del área y cuando se disponía a rematar a bocajarro, Godín apareció de la nada para enviar el balón fuera. Otra vez el uruguayo tapó un remate de Marcelo de cabeza poco después.

 

Ancelotti quemó su última nave con la entrada del canterano Alvaro Morata en sustitución de Benzema, muy desaparecido y que fue duda hasta el último minuto por problemas musculares. El monólogo madridista encontró premio cuando el partido moría en el tiempo de reposición. También a balón parado, en un mínimo detalle. Una eterna maldición para el Atlético, que ya dejó escapar en el último suspiro la Copa de Europa de 1974, su única final antes de Lisboa, contra el Bayern Munich.

 

Ramos, que se había incorporado al ataqueo como un delantero más, cabeceó un tiro de esquina de Luka Modric, que entró ajustado al palo derecho de Courtois. Y se desató la locura entre los seguidores madridistas, que veían imposible el sueño de la décima. Ramos se ha convertido en la mejor arma ofensiva del Madrid con seis goles en los últimos siete partidos, incluidos dos tantos en el 4-0 al Bayern Munich en semifinales.

 

“Es mi gol más importante”, dijo Ramos, campeón del mundo con la selección española pero que jamás había levantado la Copa de Europa. “Es inexplicable lo que se siente. Pasa tan rápido que no te enteras. Hemos hecho historia ante un grandísimo rival”.

 

La final del sufrimiento se marchó a un agónico alargue de 30 minutos con los jugadores agotados por el esfuerzo y sin sustituciones disponibles.

 

“Hemos sufrido mucho para igualar el partido, no teníamos espacio. El Atlético ha defendido muy bien”, comentó Ancelotti. “Después del gol cambió totalmente, porque teníamos muchas ganas”.

 

El Madrid tenía la ventaja, al menos psicológica. Marcelo, fresco mental y físicamente, empezó la prórroga inclinando el campo una y otra vez por la banda izquierda con el lateral rojiblanco Juanfran aquejado de calambres. Sin embargo, al igual que en los 90 minutos, los centros del Madrid no encontraban rematador claro. Y el Atlético, incapaz de hilvanar algún contrataque para darse un respiro, se dedicó a tapar al rival de la mejor manera que pudo, como el soldado herido que protege su línea en el frente.

 

Los de Simeone sabían que su única opción eran los penales. Pero se quedaron en la orilla. La enésima cabalgada de Di María no encontró un defensa que pudiera derribarle. Así que el argentino llegó a la arco y disparó con el exterior del pierna izquierda. Courtois tapó el remate, pero el rechace voló al palo contrario, donde el galés Bale se estiró para empujar el balón a la red con su cabeza.

 

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Otro gol decisivo del galés, el jugador más caro del mundo, que además de la décima Copa de Europa, ya le dio al Madrid la Copa del Rey contra el Barcelona.

 

Con más pundonor que otra cosa, el Atlético intentó irse a por el empate, pero con las líneas rotas y la mente probablemente puesta en la oportunidad perdida de un doblete de Liga y Copa de Europa, lo único que consiguió fue encajar otro gol, esta de vez de Marcelo, que encontró una autopista inesperada para un disparo franco.

 

El castigo, quizá excesivo, todavía fue mayor. Gabi cometió penal sobre Cristiano, que mató el encuentro con su 17mo tanto, récord absoluto para el campeonato. Los nervios pudieron entonces al Atlético. Simeone saltó a la cancha a recriminar a Raphael Varane y el árbitro dio por finalizado el encuentro.

 

Sergio Ramos: el goleador inesperado 

 

Dos goles en semifinales y uno decisivo en la final del sábado contra el Atlético de Madrid convirtieron al defensa central en el goleador inesperado del Madrid para levantar su décima Copa de Europa.

 

Cuando el partido moría en el descuento y el Atlético casi gritaba campeón, Ramos dirigió un certero cabezazo al fondo de la red para empatar 1-1 y llevar el partido a la prórroga, donde el Madrid mató la final por un contundente 4-1.

 

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Ramos fue protagonista en las semifinales contra el Bayern Munich, donde anotó dos goles de cabeza en la contundente victoria del Madrid por 4-0.

 

El español, que fue padre de un niño hace apenas un mes, llega al Mundial de Brasil en una forma envidiable. Y ha dicho en reiteradas ocasiones que también tiene una cuenta pendiente con Maracaná, donde falló un penal en la final de la Copa Confederaciones, en la que España fue vapuleada 3-0 por Brasil el año pasado.