Dicho sea con el respeto que merece el secretario de Gobernación -quien afirmó que el caso Oceanografía no tiene ningún sesgo político-, para los efectos de la cruda y cruel realidad ese pantano de corrupción está inevitablemente vinculado con la vida política del país.

 

El fraude de esa gigantesca contratista no afectó nada más a Banamex, sino también a Pemex. Y da la casualidad de que Petróleos Mexicanos es propiedad del Estado y sus directivos forman parte de la “clase política”. Así que, a querer o no, los resultados de la investigación iniciada por la PGR sacarán a relucir nombres y apellidos de empresarios “oceanográficos”, banqueros privados y funcionarios públicos de Pemex, de hoy, de ayer y de antier.

 

Nadie podría comulgar con la rueda de molino de que los pillos fueron única y exclusivamente los empleados y directivos de la empresa contratista, apuntan los observadores políticos. Para realizar los fraudes, que en este caso son gigantescos, tuvo que existir una red de complicidades que va a encuerar -no podrá ser de otra manera- a varios, tal vez muchos, “servidores públicos” de alto nivel que formaron parte de los sexenios panistas de Vicente Fox y de Felipe Calderón, así como algunos que se quedaron como herencia indeseable en Pemex y que pudieron dar el brinco a la actual administración priista. A todos les llegó su hora y será imposible que los ex presidentes de la “docena trágica” hagan como que la Virgen les habla y volteen para otro lado como diciendo: ¡Y yo por qué!

 

La “casualidad” es que se destapó la cloaca de Oceanografía en los momentos en que Fox y Calderón se sentían muy giritos -sobre todo el ex presidente de las manos limpias- y andaban queriendo reverdecer sus laureles. ¡Y tómala! Les cayó el chahuistle.

 

De modo que el sesgo político del megafraude no es invento de calenturientos periodistas sino “daño colateral” del asunto. Y si no nos creen, pregúntenle al secretario de Hacienda, quien pareció enmendarle la plana a Osorio Chong cuando se refirió al asunto. Dijo Luis Videgaray: “El gobierno mexicano está aplicando el Estado de Derecho, actuando con oportunidad para salvaguardar las operaciones de Petróleos Mexicanos y proteger las fuentes de trabajo de la empresa y asegurar una ordenada recuperación al máximo posible de los créditos de Banamex, así como de otras instituciones financieras”, y abundó: Oceanografía es una empresa prestadora de servicios relevante para la petrolera, por lo que es necesario mantener las fuentes de trabajo de dicha compañía, que son alrededor de 11 mil empleos, y asegurar que exista una maximización de la recuperación de activos de créditos de los diferentes acreedores.

 

¡Tómala, Miguel!

 

AGENDA PREVIA

 

El discurso que el doctor César Camacho le asestó a sus indefensos correligionarios durante la celebración del aniversario número 85 del PRI, es una muestra perfecta de cursilería, demagogia barata, oratoria de aficionados pretenciosos y poesía civil fallida y contraproducente, apuntan los observadores políticos y algunos malosos que pululan en ese organismo.

 

Comenzó la “pieza oratoria” con una inoportuna e inexplicable sandez al recordar, sin mencionarlo, al no-priista Ernesto Zedillo y su frase de la “sana distancia” con el PRI, para decir que Enrique Peña Nieto tiene con su partido una “sana cercanía”.

 

Pero el final del soporífero discurso fue peor y además insultante para el presidente Peña, de quien dijo que es “la esperanza de México”. O sea que Camacho Quiroz se pirateó el lema que ha utilizado durante varios años Andrés Manuel López Obrador y que ahora es el lema oficial de su partido “Morena” en formación.

 

Aceptando sin conceder que el PRI actual dejó de ser un partido viejo para convertirse en el PRI del siglo XXI, su dirigente actual es un político del siglo XIX. ¡Ay, doctorcito; ay, doctorcito!