La Cumbre de Líderes de América del Norte surge en el año del 2005 como la continuidad de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte, el cual era un foro regional, donde el primer ministro de Canadá y los presidentes de México y Estados Unidos discutían temas de integración económica para impulsar la competitividad de la zona. En un segundo plano estaban los temas de intercambio educativo y científico así como los temas relacionados al cambio climático y medio ambiente.

 

A partir del aumento de la violencia en México y la epidemia del H1N1 los temas coyunturales empezaron a dominar la agenda y las pláticas entre los tres mandatarios. Una reunión que pretendía ser llevada acabo de manera anual, no fue organizada en el 2010, 2011 y 2013.  La última reunión que se llevo acabo en Washington DC prefirió abordar el tema del crimen organizado en Centroamérica, que impulsar acciones concretas entre los tres países.

 

Hoy el panorama es muy distinto, México tiene un presidente nuevo, que ha impulsado una agenda de cambios estructurales que deberán abonar a la competitividad de la región. La apertura del sector energético representa una oportunidad no solo para México sino para toda la región, en caso de llegar a acuerdos concretos. Sin embargo, el aumento en la producción del petróleo y la mayor autonomía que tiene EU hacen que el tema energético reduzca el peso estratégico de México, ya que puede contar con reservas pero no tiene la tecnología ni el capital humano para desarrollarla. Hay críticos que argumentan que la apertura del sector energético en México tendrá un impacto en la producción del gas shale por su impacto en la ecología.

 

El tema del resguardo de las fronteras seguirá siendo uno de los temas principales, así como uno de los mayores obstáculos a la integración. La amenaza y control del crimen organizado en partes del territorio mexicano, ya empieza a causar mermas en la competitividad no solo del país sino de la región entera. Para ello, la administración del Presidente Peña Nieto, deberá presentar un plan integral de infraestructura y de seguridad en ambas fronteras terrestres del país. Hoy en día no se ha presentado un diagnostico ni un presupuesto sobre estas inversiones. El realizar este proyecto no puede ser medido en base a una tasa de retorno económico, sino como un proyecto de seguridad nacional en donde la falta de control en la frontera sur y la cooptación del crimen organizado en el norte del país han restado no solo competitividad al país sino soberanía.

 

Hace 20 años la revista Time presentaba a Salma Hayek en su portada con las banderas de México y EU, se hablaba de una integración total entre ambos países, a tal grado que la frontera podría ser una tercera soberanía. Pero nunca llego la inversión a las fronteras del país. El caso de Ciudad Juárez o Subteniente López son dos emblemas de los problemas fronterizos. Ciudades que reciben y transfieren las mercancías legales o ilegales del comercio internacional, pero que no han recibido nada a cambio en infraestructura básica, servicios de salud, educación y mucho menos seguridad y justicia.

 

Si México quiere ser un jugador importante en América del Norte tendrá que participar con nuevas ideas, ya que el llevar recursos naturales y problemas de seguridad pública a la mesa no van a lograr una ventaja para el país.