Permítanme hacer en esta entrega un ensayo personal.

Permítanme hablarles del 212.

Como algunos de ustedes saben, soy coordinador de una estación de radio llamada RMX. Un concepto que existe en Guadalajara y en otras ciudades del país. De hecho, fuimos los primeros en lanzarnos en plataforma multicast en algo que se conoce como HD Radio en el país.

Hace ocho años, en RMX creímos que era el momento de crear un festival que se enfocara en la búsqueda de nuevas bandas. En un cuadrante tan corrupto y monótono como el tapatío, un grupo de rock debía de pagar altas cantidades de dinero para ser programado por quien, aún hoy, usufructúa con el rock en esa ciudad del país.

Por ello creamos una plataforma donde esas bandas pudieran demostrar su talento y la bautizamos con el día desde el inicio de la estación que se haría ese concierto: el 212.

Lo hicimos primero en Guadalajara y luego lo expandimos a otras ciudades del país e incluso a Laredo. Encontramos talentos insospechados en cada plaza y los subimos a escenarios junto a bandas como Jumbo, Plastilina Mosh, Chetes, Kinky y División Minúscula. Todo en ciudades que tenían sed de nuevas propuestas.

Ciudades, muchas de ellas, azotadas por la violencia.

El último 212 que hicimos en La Laguna terminó con una balacera a las afueras del centro de convenciones de Gómez Palacio, lugar donde se llevaba a cabo el concierto.

Eso nos hizo replantear la idea. Convertirlo no sólo en esa exitosa plataforma musical sino, también, en una festival manifestación que recordara quien usa y debe ser el dueño de la calle: la sociedad.

La convocatoria se hizo en Guadalajara. El lugar fue Avenida Chapultepec, una calle ubicada en la colonia Americana de esa ciudad. En 2010, la avenida tenía una asistencia recurrente de personas los sábados en la noche, pero entre semana era más bien un sitio desértico.

Solicitamos a la Secretaría de Cultura del Ayuntamiento tapatío su apoyo. Cerramos la calle un sábado de septiembre e invitamos a 30 bandas a participar. El éxito fue enorme.

Llegaron 60 mil personas. El llamado de retomar el espacio público fue no sólo bien recibido, sino adoptado por jóvenes, padres, bebés, señores de la tercera edad, discapacitados, vecinos y visitantes.

Hemos repetido el festival cada año desde entonces. El de este 2013 lo llevamos a cabo el sábado pasado.

Sábado de tormenta.

Al hacer el festival en plena época de lluvias, uno puede pasar por todo tipo de riesgos. Una tormenta es uno de ellos.

La cantidad de agua promedio de una tormenta -que no lluvia- en Guadalajara es de 24 milímetros. El fin de semana cayeron 76, el triple.

212 tuvo que cancelar cinco de sus seis escenarios, se hicieron grandes esfuerzos con salvar uno para que los asistentes disfrutarán de, al menos, parte del cartel de 60 propuestas musicales que se dieron cita.

Lo relevante es lo que sucedió entre las siete de la noche y las tres de la mañana. La audiencia no se fue. Soportó la lluvia hasta llegar al nivel de disfrute y bailó entre charcos y gotas que caían sin parar del cielo. Se congregaron alrededor del escenario vivo y corearon a grupos tan disímbolos como los Tres o los Ángeles Azules. Al final, la cifra de asistentes fue de casi la mitad de la edición del 2012: 60 mil. 60 mil que, ante la lluvia más fuerte en la Zona Metropolitana de Guadalajara en años, prefirieron demostrar que a los ciudadanos no los paraba ni la inseguridad ni las arengas políticas ni las manifestaciones ni, por supuesto, la lluvia.

Más allá de la cifra -más grande, incluso, que las que recibe un concierto promedio de rock con todas las variables controladas- el festival demostró que su idea permea en los jóvenes, en sus padres y sus vecinos. Que el 212 ya no es -nunca fue la intención- un concierto de radio, sino un festival de la ciudad.

Podríamos hablar de sus detractores y de los ataques que recibe de quienes, curiosamente, dicen defender la utilización de los espacios públicos (siempre y cuando no sean vecinos de esos espacios), pero me quedo con el entusiasmo y la energía de una sociedad que no se achica ante la adversidad.

Ejemplo para mí. Ejemplo para México.

Nos vemos en el 2014, en el siguiente 212.