La explanada del Zócalo de la Ciudad de México, como en cada uno de los últimos mítines estaba peltórica de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador. Codo a codo, amontonados unos con otros. Se fundían en aplausos, gritos de apoyo y consignas contra el en ese momento presidente electo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Verde Ecologista (PVEM), Enrique Peña Nieto.

 

Hace un año, el 9 de septiembre de 2012, López Obrador finiquitó, ante una multitud de seguidores, la que había sido una relación de desencuentros con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) del cual, junto con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a la cabeza, fue uno de los fundadores e incluso del que ocupó su dirigencia nacional.

 

Ese mismo día, también saldó su relación con los otros dos órganos políticos que los postularon en dos ocasiones consecutivas a la presidencia del país: el Partido del Trabajo (PT) y el Movimiento Ciudadano -antes Convergencia-.

 

Sería el inicio del que después se consolidó como su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), nombre que tomó prestado del periódico que fundó el anarquista Ricardo Flores Magón.

 

“No se trata de una ruptura, me despido en los mejores términos. Me separo de los partidos progresistas con mi más profundo agradecimiento a sus dirigentes y militantes”, dijo el tabasqueño en un templete en el no estaban los líderes de la coalición presidencial Movimiento Progresista (PRD-PT-MC). Un templete en el que la banderilla del atril remontaba a 2006, cuando ‘tomó posesión’ como “presidente legítimo” de México. Un templete en cuyo fondo se leía “lo nuestro es cuestión de dignidad”.

 

Ese 9 de septiembre del año pasado, López Obrador le dijo a Jesús Zambrano, dirigente del sol azteca y miembro de “Los Chuchos”, junto con Jesús Ortega.

 

“Tengo en el PRD muchos amigos que en todo momento me dieron su confianza y respaldo y en correspondencia considero que les di lo mejor de mí y los representé con entrega y dignidad. Estamos a mano y en paz”.

 

Pero dejó una puerta entreabierta: “Siempre que se trate de la defensa del pueblo, siempre que se trate de defender el patrimonio nacional y de luchar por la transformación del país, por estas causas superiores, estaremos dispuestos a caminar juntos y llegaremos a acuerdos para actuar como una sola organización”.

 

 

Sin embargo hoy, Andrés Manuel López Obrador, encabeza su movilización contra la reforma energética federal (de Peña Nieto) sin los principales líderes de la izquierda. Sin Cuauhtémoc Cárdenas –el igualmente lo hizo sólo la semana pasada-, sin Marcelo Ebrard, sin Jesús Zambrano, sin la izquierda partidista.

 

El jueves Zambrano y Cárdenas anunciaron que no acompañarían hoy a Andrés Manuel en el mitin al que convocó. El perredista dijo que el PRD se enfocará en la cadena humana que están organizando el 15 de septiembre y en la que esperan convocar a por lo menos 30 mil ciudadanos a lo largo de Paseo de la Reforma.

 

Con la imagen del ex presidente Lázaro Cárdenas en la publicidad, el líder del sol azteca detalló que la cadena humana es parte de las acciones que realiza el PRD en la lucha por la defensa del petróleo y para evitar que el gobierno federal apruebe su iniciativa energética con modificaciones a la Carta Magna.

 

“Nosotros pensamos que esta lucha en defensa de interés nacional de la industria petrolera no es propiedad de nadie, no es propiedad de un solo partido o personaje. En su momento esperamos que confluyamos en un solo esfuerzo y común, y desde luego no tendremos condiciones para ello, estaremos dispuestos a sumar esfuerzos”, respondió en días pasados a pregunta de 24 HORAS sobre si caminaría con López Obrador en las movilizaciones.

 

Desde septiembre pasado, López Obrador adelantó su lucha contra cualquier reforma al artículo 27 constitucional “con la pretensión de entregar el petróleo. “Hay algo en especial que evitaremos con todas nuestras fuerzas: la privatización del petróleo. Adelanto que nos opondremos a la reforma al artículo 27 constitucional con la pretensión de entregar el petróleo a particulares, nacionales y extranjeros”.

 

Pero esta lucha no la haría con el PRD, advirtió AMLO el pasado 8 de agosto, si el sol azteca no cumplía con cuatro “requisitos”, de los cuales el primero era su salida del Pacto por México, que los perredistas firmaron con el PRI, PAN y Peña Nieto el 2 de diciembre, apenas al segundo día de que éste asumió la Presidencia.

 

En segundo término planteó que su ex partido se definiera “con mucha claridad” en contra de la privatización de la industria petrolera; mientras que el tercero fue que el PRD dijera “sin medias tintas” que no están de acuerdo con la reforma al Artículo 27 de la Constitución.

 

El tabasqueño urgió también a que el PRD aclarara que no va a permitir la privatización del petróleo y “que va a impedir el aumento de impuestos” a alimentos y medicinas, que en días pasados la Coparmex pidió fuera de 5% y que fuera incrementando gradualmente.

 

“Si esas cuatro cosas las resuelven en estos días vamos juntos, si no no hay ningún problema, cada quien que siga su camino”, expresó el ex candidato presidencial de las izquierdas quien aclaró que en ese caso “es mejor ir solos que con quienes no van a tener la firmeza suficiente”.

 

La separación de AMLO con el PRD era un acontecimiento largamente anunciado, sólo era cosa de que se hiciera oficial. En su mitin del 9 de septiembre del 2012, el ex candidato dijo: “iniciamos una nueva etapa, vamos a recomenzar porque así lo exigen las circunstancias, hagámoslo con el mismo entusiasmo de siempre, sigamos despertando y organizando a los ciudadanos”, desde el espacio de Morena.

 

Unos días después de que el tabasqueño finalizó su relación con los partidos de la coalición que lo postuló por segunda vez a la presidencia, Jesús Ortega, dirigente de Nueva Izquierda, consideró que el PRD debía entrar en una etapa de redefinición como contraste de Morena.

 

Ortega, líder de “Los Chuchos”, a pesar de haber sido el coordinador de la campaña presidencial de la izquierda en 2006, se convirtió en uno de los mayores críticos del lopezobradorismo a raíz de las tensiones generadas durante la resistencia postelectoral, la negativa a reconocer al gobierno de Felipe Calderón y el proceso electoral de 2009, en el cual la dirigencia nacional del PRD estuvo a punto de expulsar de sus filas al tabasqueño por apoyar abiertamente a PT y MC.

 

El 11 de julio pasado una fotografía generó especulación en la prensa: Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno del Distrito Federal, que sin ser militante fue arropado por el PRD para la candidatura, aceptó acudir al lanzamiento de la primera bola de la liga de beisbol donde juega AMLO. En la imagen ambos posan sonrientes con un jersey con la leyenda “amigos”.

 

La reacción de Zambrano fue: “una cosa son las fotos deportivas y otra el quehacer político (…) No, hombre, el compromiso, insisto, y la lealtad del jefe de gobierno con el proyecto político y con el principal partido que lo postuló, me parece que no debe tener lugar a dudas”.

 

Y fue más allá. Cuestionado sobre si el encuentro de entre Mancera y López Obrador podría representar un eventual pacto entre ambas figuras políticas, Zambrano Grijalva dijo: “no le busquen glándulas mamarias a las culebras”.

 

Aquel 9 de septiembre AMLO afirmó que la postura de Morena sería “luchar bajo el principio de la no violencia. Sin caer en provocaciones, sin afectar a terceros y sobre todo de oponernos por medios pacíficos a la aplicación de las llamadas reformas estructurales, como la laboral, la energética y todas aquellas medidas que se tomen en contra de los intereses del pueblo y de la nación”.

 

“Con Morena defenderemos a los que sufren de injusticias, a los más pobres, a los más necesitados, protegeremos a los débiles y cuidaremos el patrimonio nacional, herencia de las futuras generaciones. Morena es organizar, concientizar, defender al pueblo y a la Nación”, explicó aquella ocasión en el Zócalo capitalino.

 

“Que no nos angustie y detenga el qué dirán nuestros adversarios, lo más importante es sentirnos bien con nosotros mismos, con nuestras conciencias y con el prójimo”.

 

“Esta experiencia es, repito, una prueba de que se puede ir avanzando, se pueden ir obteniendo victorias parciales, al mismo tiempo que se van creando las condiciones para alcanzar el hermoso ideal de ver triunfar la justicia sobre el poder. La fórmula es luchar, resistir, no claudicar, avanzar, caer y levantarse, recomenzar y así hasta la victoria final”, se le escuchó decir al tabasqueño un año atrás. Sólo la historia le dará razón o lo desmentirá.

 

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