Las Fuerzas Armadas egipcias depusieron hoy al presidente egipcio, Mohamed Mursi, elegido hace un año, y suspendieron la Constitución, en un movimiento que vuelve a situar a Egipto rumbo a lo desconocido.

 

Como mandatario interino del país en sustitución de Mursi, los militares designaron al presidente del Tribunal Constitucional Supremo, Adli Mansur, quien deberá convocar y supervisar las próximas elecciones presidenciales.

 

En un discurso a la nación, el jefe del Ejército, Abdel Fatah al Sisi, anunció que el presidente tendrá todo el poder para hacer declaraciones constitucionales y para designar a un jefe de Gobierno con prerrogativas.

 

Además, se formará un comité de expertos para enmendar la Constitución, según el plan expuesto por Al Sisi, que estaba rodeado de líderes políticos, además del jeque de la institución islámica de Al Azhar, Ahmed Tayeb, y el papa copto, Teodoro II.

 

El general argumentó que Mursi “no respondió a las demandas del pueblo” después del ultimátum de 48 horas que le había dado el Ejército, por lo que las Fuerzas Armadas abrieron consultas con representantes de la sociedad egipcia para trazar la hoja de ruta.

 

“El Ejército sintió que el pueblo egipcio le pedía ayuda. No que tomara el poder, sino que cumpliese su responsabilidad civil, y las Fuerzas Armadas entendieron la esencia del mensaje”, añadió.

 

En su primera reacción al anuncio, Mursi llamó los altos mandos militares y a los soldados a que cumplan con la Constitución y no respondan a este “golpe de Estado”.

 

De la misma forma, afirmó en un breve comunicado que continúa siendo el presidente de Egipto.

 

Las palabras de Al Sisi llevaron de inmediato el júbilo a la cairota plaza Tahrir, donde cientos de miles de egipcios esperaban que el Ejército actuase contra Mursi después del ultimátum.

 

Los opositores cantaron el himno nacional y canciones patrióticas en señal de alegría, mientras algunos vitoreaban a los helicópteros militares que sobrevolaban la plaza.

 

“Llevábamos tanto tiempo esperando este momento que ahora que ha ocurrido es emocionante. A Egipto le espera un futuro mejor”, afirmó a Efe la joven Joyce Saman, de 23 años.

 

Mientras, en la plaza Rabea Adauiya, donde se concentran los seguidores de Mursi y que fue cercada por blindados militares antes del anuncio, un silencio sepulcral siguió al anuncio de las Fuerzas Armadas, solo roto por algunos gritos de “¡Ilegítimo!”.

 

La gran incógnita que se cierne ahora sobre la nueva etapa en Egipto es comprobar cuál será la reacción de los partidarios islamistas del depuesto mandatario, que siempre se han manifestado en contra de que este entregase el poder.

 

Pese a que Mursi reclamó a los militares “preservar la paz, el servicio y evitar el derramamiento de sangre egipcia”, el temor a un estallido de la violencia se cierne sobre el ambiente, más allá de la jornada relativamente pacífica que vivió el país.

 

El anuncio del Ejército, que se consideraba inevitable tras el discurso en el que Mursi rechazó dimitir en la noche del martes, llegó respaldado por destacados líderes políticos y religiosos, con los que las Fuerzas Armadas trataron de escenificar el respaldo popular con el que cuenta su medida.

 

Todos ellos justificaron su apoyo a la salida del presidente como única medida para evitar el derramamiento de sangre y preservar la estabilidad del país.

 

El representante del opositor Frente 30 del Junio y premio nobel de la Paz, Mohamed el Baradei, calificó la hoja de ruta trazada por el Ejército como un “paso hacia la reconciliación nacional”y señaló que es el “nuevo comienzo de la revolución”.

 

Por su lado, el jeque de la institución de Al Azhar (la más prestigiosa del islam suní), Ahmed al Tayeb, consideró que con esta iniciativa el dividido pueblo egipcio podrá “tender puentes”, mientras que el papa copto, Teodoro II, dijo que la hoja de ruta se ha aprobado para “resolver el actual callejón sin salida”.

 

Destacó la presencia de los ultraconservadores salafistas del partido Al Nur, cuya formación fue la segunda más votada en las elecciones legislativas y cuyo secretario general, Galal Morra, justificó el acuerdo para “evitar el derramamiento de sangre”.

 

Los militares quisieron que los movimientos juveniles también tuvieras presencia, encarnados en el movimiento “Tamarrud” (Rebelión), que se encargó de lanzar una masiva campaña de recogida de firmas que se convirtió en el germen de las protestas que comenzaron el domingo.

 

El coordinador de la campaña, Mohamed Abdelaziz, resaltó que “se abre una nueva senda sin excluir a nadie”, al tiempo que mostró su interés en dialogar para cumplir las demandas concretadas en el lema “pan, libertad y justicia social”. (EFE)