Ya está a la vista la XVII Asamblea nacional extraordinaria del Partido Acción Nacional… o lo que queda de él. Será el 16 y 17 de marzo en, nada más y nada menos que en la por ellos mismos tan denostada Arena Ciudad de México…  Y, por lo que se escucha, no será como para cantar rancheras.

 

Para empezar, seguro que ahí se desahogará la inconformidad de muchos panistas ortodoxos que aun están enojados con su presidente nacional Gustavo Enrique Madero Muñoz, por aquello de la firma del Pacto por México, con el gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI). Aún están furiosos por los resultados electorales el año pasado que los hizo quedar como tercera fuerza política del país, muy lejos de la segunda, porque en los futuros procesos electorales no van con piernas de jinete y sólo Puebla les podría garantizar algún triunfo, y porque la manera de arreglar las cosas tiene distintos tonos entre los maderistas y los creelistas y los calderonistas… por ejemplo.

 

De tal forma, mientras que Madero quiere conducir el tono hacia la defensa de hechos y lo propositivo, los creelistas ya están afilando las uñas para reclamar, para recordar que fueron gobierno y ya no lo son y para preguntar por qué tantas concesiones en tiempos en los que su padrón perdió al 85% de quienes eran militantes o simpatizantes panistas, y ya no lo son… Así que el partido político que ahora está en los huesitos tendrá que reformar sus estatutos y decidir si sigue el camino de la negociación política o el de la confrontación: para recuperar terrenos electorales.

 

Los calderonistas agazapados en sus cargos legislativos también habrán de levantar el dedo por esos días…

 

Por lo pronto, ya están encaminadas las asambleas delegacionales para seleccionar a los delegados numerarios, lo que también está generando impulsos e inquietudes entre los que quieren mayor representatividad en la XVII… Y ya se verá, entonces, el pulso de cada una de estas corrientes internas en un partido que juraba y perjuraba que no tenía los conflictos y divisiones de otros institutos políticos… ya se ve que no hay nada químicamente puro.

 

Por lo pronto, hay quienes ya apuestan por Josefina Vázquez Mota para sustituir a Madero en la presidencia nacional del azul pintado de azul, pero, como diría Cri-Crí: si no pudo con quelites, mucho menos con lentejas

 

IEDF: Ser… o no ser… ¿qué será, será? Luigi Paolo Cerda Ponce no es un consejero electoral por el distrito de Milán o de Florencia: no, es un consejero electoral por el Distrito Federal de México y quien ahora está en la mira de la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

 

Resulta que el ciudadano Jaime Poy y Reza impugnó la elección de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal a favor del Licenciado en Derecho por la UNAM, especialista –dice su currículum oficial- en análisis político multidimensional y Transparencia y Acceso a la Información… y más en temas electorales.

 

El asunto, que está en la Sala Superior dirimiéndose, revisa si, en efecto, el nuevo consejero es elegible o no, si debe ostentar el cargo, o no; si debe cuidar y velar por la democracia y la cultura democrática y los procesos electorales del DF, o no; porque según la impugnación de Poy y Reza, el consejero trabajó en el Partido de la Revolución Democrática todavía en octubre de 2008 como presidente de la Comisión de Garantías y Vigilancia y, aunque hay por ahí algunos papelitos firmados por esas fechas desde un cargo partidario, todavía falta por esperar el peritaje de la Procuraduría General de la República para conocer la veracidad o no de las firmas en tales documentos. Y ya se sabe que no debía laborar en algún partido político por lo menos cinco años antes de su elección como consejero electoral del DF, según la ley.

 

De ser cierto lo que se impugna, entonces es la ALDF la que tendrá que explicar cómo es que fue electo y reponer la posición… ¿para René Bejarano?

 

Si no es así, pues entonces el consejero deberá dormir tranquilo, trabajar-trabajar-trabajar y reconstruir un IEDF que merece todos nuestros cuidados y apapachos y sonrisas, aunque sea con recursos recortados por el Gobierno del Distrito Federal.

 

Lo de ferrocarriles, a ferrocarriles… ¿Se acuerda usted de aquellos grandes terrenos en Buenavista y que rodeaban a la estación de Ferrocarriles Nacionales de México en el norte del DF? Enormes espacios terrenales aquellos que se reservaron para el gran transporte que era el tren y para futuras ampliaciones y para dar acceso y salida a los vagones mexicanos, los mismos que luego desaparecieron durante el gobierno del señor Ernesto Zedillo.

 

A saber: ¿eran terrenos que seguían bajo el dominio de la federación o se le adjudicaron a Ferrocarriles Nacionales?  En cuyo caso ¿bajo qué argumento o régimen o situación jurídica se privatizaron?

 

Porque ahora esos terrenos están plagados de tiendas de autoservicio, casi todas ellas trasnacionales, o, como diría político neoliberal: inversiones de capital. Son tiendas como la muy mal averiguada Wal Mart, Suburbia, Soriana y un ForumBuenavista, macroplaza primer mundo que está en el tercer mundo. Todas estas tiendas de alto consumo y ganancia conviven ahí con edificios de gobierno como  la Delegación Cuauhtémoc, o la fallida biblioteca José Vasconcelos.

 

Bueno será que el delegado de Cuauhtémoc, Alejandro Fernández Ramírez (PRD-PT-Convergencia), explique cuál fue el criterio legal para permitir la construcción de estos comercios en estas tierras que presuntamente son de todos nosotros y que, por lo mismo, debieran tener una utilidad más social, colectiva y de interés educativo o en salud.

 

Naturalmente el señor Fernández acaba de llegar al lugar de sus poderes… aun así, deberá saber y decir, porque se entiende que las zonas federales u otorgadas para uso de gobierno están reservadas y si es necesario darles otro uso, ajeno al nacional, entonces deberá hacerse a través de un recurso de desincorporización ordenado por el Ejecutivo para lo cual debió emitirse un decreto. ¿Fue el caso? ¿En qué estatus de uso del suelo están estos comercios? ¿Hubo legalidad ahí?

“Un día, la princesa (ve a saber por qué), le dio un beso al feo y gordo campesino… Y, mágicamente, éste se transformó en un esbelto y apuesto príncipe… (Por lo menos, así lo veía ella) (Por lo menos, así se sentía él)” Jorge Bucay.