En Festival del Despechose podría convertir la XXI Asamblea Nacional Ordinaria del PRI, a la que convocaron César Camacho Quiroz  e Ivonne Aracely Ortega Pacheco, el 11 de enero pasado, que se llevará a cabo en Sesión Plenaria el 3 de marzo en “esta México el asiento”.

 

La maquinaria ya se echó a andar y todo parece conducir a una especia de Convención de Aguascalientes de 1914, en donde acudieron revolucionarios de una fracción, pero no todos… porque a muchos se les ha hecho cara de pocos amigos a como van las cosas…

 

Esta vez muchos priístas se sienten desplazados no sólo en cuanto de las posiciones de gobierno, sino también ideológica pues argumentan que el presidente Enrique Peña Nieto conformó un gabinete no tan priista y sí “entreguista” pues, dicen, que no es este el gobierno por el que trabajaron… y citan el caso de Rosario Robles, ex perredista como secretaria de Desarrollo Social; Lía Limón García, ex diputada panista quien funge como subsecretaria de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, o el ex candidato presidencial por Nueva Alianza, Roberto Campa, quien está al frente de la subsecretaría de Participación Ciudadana, de la misma dependencia… y más.

 

Que hasta el momento la dirigencia priista no ha tenido la mínima atención con “priistas emblemáticos” como Mariano Palacios Alcocer, Manuel Aguilera, Silvia Hernández… en cambio el PRI ha privilegiado a los hijos de viejos priistas, como es el caso del hijo de José Murat o los de Heladio Ramírez López, por ejemplo; y aún más, que los puestos y posiciones y privilegios se han distribuido entre gente del Estado de México y de Hidalgo… Y que, a fin de cuentas, está será la Asamblea Priista más antipriista que se haya conocido porque se van a reformar los postulados esenciales que le dieron sentido, como es la defensa del petróleo y la defensa del alimento popular y la salud.

 

En fin, que la XXI Asamblea Nacional Ordinaria del PRI tendrá la fiesta y el ruido acostumbrados, aunque en tono de bolero, porque el estado de ánimo de muchos ahí no está como para el huapango… Y aunque no terminará como el Rosario de Amozoc, por aquello de la disciplina partidaria, hay inconformidades tan evidentes que podrían causar serios problemas a la dirigencia actual.

 

Por sus canciones sabrán, cómo se la anda pasando, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, quien trae entre ceja y ceja instrumentar la Constitución Política de la Ciudad de México, un viejo proyecto que también promovieron en su momento Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.

 

El señor Mancera, hizo un llamado para llevar a cabo una consulta ciudadana respecto de la Reforma Política del Distrito Federal para conocer la opinión de los capitalinos: “Hemos iniciado hace más de una década el proceso para dotar a la ciudad de una constitución propia, que refleje sus avances y aspiraciones, que sea fruto y desarrollo político de ciudadanos, del que se viven nuevos derechos y nuevas instituciones, y ha llegado el tiempo de llevarlo a los hechos”.

 

El problema no es la consulta. De antemano se sabe que la mayoría de los capitalinos votarán a favor de crearse como entidad con todos los derechos y prerrogativas constitucionales, aunque ya se sabe que hacer una Constitución no es moco de pavo y, por lo mismo, se requiere un poco de carisma, y otra cosita.

 

De ninguna manera será conveniente que para aprobar la famosa Constitución de la Ciudad de México se convoque al poder constituido: se debe, sí, crear un Constituyente formado por eso, por los mejores hombres y mujeres, por igual, para la creación del documento que habrá de constituirnos; un documento que a diferencia de nuestra actual Constitución mexicana, deje de ser instrumental para ser más enunciativa de lo que somos y lo que queremos ser aquí.

 

Y si este documento “habrá de determinar el rumbo de un pueblo”, tendrá que construirse en base a lo mejor de ese pueblo: sus mejores hombres, su mejor gente, su mejor espíritu e inteligencia… Los mejores aquí… que los hay.

 

Sería un gran error, una pequeñez política inaudita y, peor aún, una forma de traición a todos, que la actual Asamblea Legislativa del Distrito Federal se promoviera como Asamblea Constituyente, sabiendo que ahí predomina el partido que llevó al señor Mancera al gobierno… Y no es que la izquierda deje de tener razones de peso en la legislación de un país, pero una constitución rebasa, con mucho, a partidos políticos. Ya veremos y diremos.

 

Madrid, Madrid, Madrid… en México se piensa mucho en ti… Probablemente por estos días, el gobierno del señor Mariano Rajoy emitirá una advertencia a sus ciudadanos por los riesgos a los que se exponen viniendo a México.

 

Es que resulta que, aunque el gobierno español no se ha expresado de manera oficial respecto de la agresión a un grupo de españoles y la violación de seis de ellas en Acapulco la noche del sábado para el domingo 4 de febrero, acaso porque aun no se le pasa la temblorina por la seria crisis económica y política por presunta corrupción en el Partido Popular en el gobierno; en España hay un ambiente de enojo popular hacia, digamos, algunos aspectos de México…

 

De antemano, muchos españoles que son fuente de ingresos por turismo, expresaban temor por la ola de violencia “mexicana”; el miedo a “los secuestros” y el temor a los asaltos en carreteras; pero lo ocurrido ahora en Acapulco ha hecho que ONG y aun miembros del gobierno o el Congreso, presionen al gobierno del señor Mariano Rajoy, para que se exprese al respecto. Hasta ahora han operado las instancias diplomáticas de forma eficiente… pero allá muchos ya no quieren cantar rancheras, digamos.

 

El papá de mi amigo, un poco en tono de reconciliación, se va con su hijo de campamento a Acapulco. Instalan su tienda de campaña a la orilla del melodioso mar.

 

En la madrugada el hijo despierta al padre y le dice:

 

-Papá… ¿qué notas de raro?

 

-Mmmm…que el cielo está maravillosamente estrellado, que es una muestra de lo infinito del universo y una muestra de nuestra pequeñez humana pero también de nuestra grandiosidad…

 

-¡No, papá… que nos robaron el techo de la casa de campaña!