Henrique Capriles recurre a una estrategia electoral cuya naturaleza es estoica: intenta estirar su tolerancia frente al cúmulo de insultos que le propina el todo poderoso presidente y candidato a la reelección, Hugo Chávez, cada vez que coge un micrófono.

 

Corrían los primeros días de febrero de este año y el presidente Chávez ensayaba lo que vendría unos meses después, la campaña electoral, o mejor dicho, la batalla electoral. En uno de los tantos eventos públicos, el presidente llamó mediocre a Capriles bajo el siguiente contexto: “Señor manjunche (mediocre), quítate la máscara majunche, tienes rabo de cochino, tienes oreja de cochino, roncas como cochino. ¡Eres un cochino majunche! (…) Quítate la máscara porque la confrontación con Chávez no la podrás evitar”.

 

Paradójicamente y sin esforzarse, Capriles se ha posicionado entre los electores venezolanos, como un candidato pacífico en tiempos violentos (Venezuela presenta uno de los mayores índices de homicidios en Sudamérica; en 2011, 19 mil 336 venezolanos murieron en manos del hampa). Lo que sí ha padecido Capriles son los obstáculos que ha tenido que enfrentar por el solo hecho de competir frente a un autócrata como lo es Chávez. Y en política, sabemos, es más difícil competir contra un autócrata que frente a un dictador, porque el primero simula competir bajo leyes democráticas mientras que, para el segundo, sabemos de antemano que no existen las leyes y por lo tanto, no hay posibilidad de competir. Contra el dictador la confrontación es clara mientras que la batalla contra el autócrata es brumosa.

 

Henrique Capriles Radonski nació el 11 de julio de 1972, en Caracas, y su ADN beisbolero lo llevó a desarrollar una profunda simpatía por el equipo Leones de Caracas. Durante su infancia recorrió no sólo las cuatro bases sino todas las zonas de la cancha. Le gustaba jugar en todas las posiciones.

 

Sus bisabuelos sufrieron las consecuencias del nazismo, perdieron la vida en el campo de exterminio de Treblinka, en Polonia. Fueron sus abuelos maternos, Andrés Radonski y Lili Bochenek, quienes lograron huir de Varsovia a Venezuela para buscar mejor suerte. Desde su llegada, comenzaron a dinamizar su vida laboral incursionando en la creación de una cadena de cines, que a la postre, se convertiría en una de las más exitosas, el Circuito Nacional de Exhibidores. A los 14 años, Henrique conoció al actor Mario Moreno Cantinflas, a quien llamó tío. El propio Capriles asegura que en aquél momento, Cantinflas le respondió cariñosamente con un “sobrino”. Lili Bochenek, la abuela de Hernique, se convirtió en un referente emocional para él.

 

 

A los 22 años, Henrique Capriles se graduó como abogado en la Universidad Católica Andrés Bello y posteriormente viajó a Nueva York para estudiar en Columbia. Para complementar su especialización, Capriles estudió en Holanda e Italia. Su visión internacionalista es la piedra angular de los contrastes que lo separan del etnocentrismo ramplón del presidente Chávez.

 

Su imagen juvenil, su afición por el deporte y su profunda devoción por el catolicismo le otorgan a Capriles un atractivo empático sobre la sociedad venezolana. A él no le preocupa tomar una Coca Cola o Red Bull en lugares públicos; tampoco le preocupa tener como una promesa de campaña la búsqueda de inversiones en el exterior, para incrementar la riqueza venezolana. Romper con los paradigmas de la revolución bolivariana, al parecer, es políticamente correcto. Capriles está acostumbrado a romper paradigmas. Henrique se convirtió en el diputado electo con menor edad en la historia de Venezuela. Tenía 26 años el 6 de diciembre de 1998 y quien lo postuló fue el Partido Socialcristiano Copei gracias a la sugerencia que le hizo un primo parlamentario de ese partido.

 

Su paso por el Congreso fue efímero, gracias a que el presidente de aquella época disolvió el Congreso bicameral. En efecto, en 1999 el presidente de Venezuela se llamaba Hugo Chávez.

 

Unos años después, Henrique Capriles se distanció de Copei, y en el café de Las Mercedes, junto a unos amigos inconformes, conformó el Partido Primero Justicia. En las elecciones de 2000 ganó la alcaldía de Baruta (Miranda). Cargo que refrendó en 2004. Cuatro años más tarde, Capriles derrotó a un candidato impuesto por Chávez para gobernar Miranda.

 

Capriles fue preso durante cuatro meses por saltar la puerta de la embajada cubana en Caracas. Ocurrió el 12 de abril de 2002. El propio Capriles asegura, que en su papel de alcalde, intentó calmar a la turba que deseaba ingresar a la embajada en búsqueda de seguidores chavistas. Fue acusado por “quebrantamiento de principios internacionales, violencia privada y de domicilio, intimidación pública y privación arbitraria de libertad”.

 

Una de las claves que nos ayuda a descifrar el odio que siente Chávez por Henrique Capriles la aportó un chavista militante en una editorial de la página web de uno de tantos periódicos oficialistas: Rebelión. Argimiro León, reconoció que Capriles despierta profundas simpatías entre los jóvenes de 18 a 24 años, los nuevos votantes que suman 4 millones “porque lo único que los mueve es un desprecio supino hacia el gobierno y la idea de que Capriles les va a poner las redes sociales para que sean felices” (El Universal de Caracas, 10 de junio de 2012).

 

León tiene razón sobre las simpatías que despierta Capriles en la demografía juvenil, pero las razones no son las prosaicas que él piensa. Los jóvenes no quieren escuchar las conversaciones de su presidente con el dictador Fidel Castro; tampoco les interesan los estudios sobre los restos de Simón Bolívar; sobre Sucre no lo quieren ver en el futuro. Los jóvenes quieren a un líder que les clarifique su futuro laboral; que implemente acciones en contra de la violencia y que colabore con Santos para acabar con las FARC. Los jóvenes quieren escuchar el anuncio de inversiones conjuntas con Estados Unidos en desarrollo energético. En pocas palabras, Capriles ha aprovechado las enorme lagunas temáticas de Chávez.

 

De su vida privada, Henrique Capriles no habla mucho. Mantuvo un largo noviazgo con una estrella de la televisión venezolana, Érika de la Vega, y en las revistas del corazón se le relacionó con una modelo que fue pareja del cantante Marc Anthony. Pero al día de hoy permanece soltero. En una entrevista reciente Capriles declaró que “Mi vida está dedicada a esto (la política), no he ni siquiera ocupado tiempo en mi vida personal, esposa, los hijos, porque tomé una decisión. Ya llegará el momento de abrir un hueco porque creo en la familia” (El Universal de Caracas, 8 de junio de 2012).

 

 

El domingo próximo la elección presidencial tendrá un aire de plebiscito, en el que los venezolanos tendrán que escoger entre el siglo XX o el siglo XXI. Una prueba de lo anterior es el ideario electoral de Henrique Capriles. En el apartado Convivencia Democrática aparece lo siguiente: “Eliminar las barreras gubernamentales ilegítimas a la participación política y social y garantizar su desarrollo fluido y libre por medio de todas las formas de organización”.

 

Otra de las propuestas de Capriles es “despolitizar el acceso a la información pública para favorecer la libertad de expresión, así como garantizar la amplitud y la variedad de coberturas informativas, el pluralismo, el debate abierto de ideas y el acceso libre a la información”.

 

Más allá de que sean propuestas de Capriles, se trata de desterrar los vicios del autócrata que lleva instalado en el poder 14 años y que desea comenzar a pensar en su retiro cuando tenga 20 al frente del Gobierno.

 

El 7-0 parece un marcador abultado de beisbol. En realidad es la fecha en la que ocurrirá la elección, 7 de octubre. Sin embargo, el deportista Capriles ha logrado convertirlo en una referencia de su posible victoria. Sabe que para ganar la elección a Chávez tiene que ser por una diferencia abultada.