Al terminar una conversación acerca del tamaño de negocio de comercio electrónico en México, y los retos que éste representaba, me encontré en internet con un texto titulado “El comercio electrónico bate récords durante el primer trimestre”.

 

No, no se trata de una historia referente al mercado mexicano. Es un texto del periódico español El País, que, haciendo un análisis demasiado superficial, me pareció interesante tratándose de una economía en serios problemas que hoy tiene las calles de su capital, Madrid, encendidas con protestas ante las pobres perspectivas laborales en el país.

 

Precisando el dato, el volumen de facturación en ese trimestre en España fue de aproximadamente dos mil 452 millones de euros (unos 39 mil millones de pesos), que representa un crecimiento de casi 20% con respecto al mismo trimestre del año anterior.

 

En el caso de México, el tamaño del negocio es también bastante importante e igualmente muestra una tendencia ascendente. De acuerdo con un estudio de la AMIPCI, durante 2011 el tamaño del negocio fue de 46 mil millones de pesos, creciendo 28% con respecto al año anterior. Sin embargo, es apenas un poco más de lo que en el país ibérico, que cuenta con una base de usuarios de internet menor a la de México, se generó en tres meses.

 

Más allá de las variables obvias en nuestro mercado como una diferencia en el poder adquisitivo de los usuarios, la poca confianza (cada vez mejora más) en hacer transacciones por internet, la inmadurez de los sitios de comercio electrónico, y lo dificultoso de un proceso de reclamo con una entidad bancaria en caso de ser sujeto de algún fraude electrónico, ¿qué provoca tales diferencias entre México, en pleno crecimiento económico y España de tendencia contraria?

 

El texto del periódico español nos da dos pistas que de algo podrían servir para crecer esa industria en México.

 

La primera, está en las industrias que están generando el dinero. Mientras que en ambos países la categoría de Turismo ocupa el primer lugar, de los lugares dos al cinco hay algunas diferencias. En España las categorías de Marketing Directo y Juegos de Azar y Apuestas, que no figura en nuestro país, ocupan los lugares dos y cuatro, respectivamente. La segunda señal es quizá más importante. Del total de volumen de ventas generadas a través de sitios de comercio electrónico, solamente 56% fueron realizadas en sitios españoles.

 

Si tomamos el dato de los juegos de azar, así como el de las compras a sitios en el extranjero, una hipótesis podría ser que, tal y como ocurre en el comercio offline, el papel que un gobierno juegue en la creación de leyes flexibles y abiertas es fundamental. Es quizá una hipótesis demasiado superficial, lo sé, pero también lo es que el número español llama la atención y me invita inevitablemente a pensar de qué manera el comercio electrónico en México podría explotar con la fuerza que requiere.

 

@jorgetaboada