Los códigos QR han desatado una auténtica locura. ¿Moda, locura o herramienta de marketing? Lo cierto es que los códigos QR se ven en todas partes gracias a la facilidad de creación y capacidad de ser leídos desde los dispositivos móviles, permitiendo de esta manera disponer de la información almacenada de forma rápida con su simple lectura. Los smartphones y los códigos QR son un buen soporte para la comunicación ya que usándolos de una manera creativa y con información relevante, estos canales se convierten en una herramienta de integración online.

 

El potencial y beneficio de este tipo de códigos se ve reflejado en la evolución de su uso. Es muy común encontrar los QR en las tarjetas de visita; en las entradas de los comercios, transmitiendo a los consumidores la idea de modernidad; en los stands de ferias, con información adicional que ayudan a conectar mejor con sus clientes; en las pegatinas de las laptops cuando los empleados se mueven fuera de la oficina y sirve como publicidad para la empresa; en las etiquetas impresas de los productos para ofrecer información adicional al consumidor; en los cupones de descuento, facilitando al cliente en el momento de beneficiarse de una oferta; impresos sobre las playeras, como soporte promocional de las marcas, en perfiles de redes sociales…

 

También en el comercio electrónico los códigos QR se pueden utilizar para llenar el carrito de la compra. Ya es real, y así en algunos supermercados de EU, Australia, Corea del Sur y España los consumidores escanean con sus dispositivos móviles los códigos QR, y las compras se envían a domicilio pues los productos físicos han desaparecido y han sido sustituidos en las estanterías por una imagen con su código.

 

Tesco, una cadena multinacional de Corea del Sur, colocó en las estaciones subterráneas del Metro una tienda virtual con los códigos QR aprovechando el paso de miles de usuarios que no se despegan de sus smartphones, y que se mostraron satisfechos pues mientras esperaban la llegada del Metro aprovecharon su tiempo para realizar las compras. Esta estrategia publicitaria fue la ganadora en el Festival de Cannes Lions en junio pasado.

 

Pero si todavía tenemos capacidad para sorprendernos, seguramente lo van a descubrir ahora con el producto que comercializa una funeraria británica, que ofrece a sus clientes por 300 libras (cerca de seis mil 300 pesos mexicanos) un nuevo servicio: una lápida interactiva. Esto es, añadir códigos QR en las lápidas de los fallecidos que liga a una página web, un sitio que puede ser definido como un memorial online ilustrado con imágenes, videos y tributos de la familia y amigos del finado. Una de las frases que utiliza esta empresa (Chester Pearce) para atraer a sus clientes es que “resulta difícil resumir la vida de una persona es sólo unas líneas grabadas en una piedra. Esto forma ya parte del pasado”. Estos códigos permiten conocer más al fallecido, no sólo la fecha de nacimiento y muerte, o el consabido pasaje bíblico. Es una manera diferente de mantener vivo y “activo” el recuerdo de la persona, eso sí, no está a la vista de todo el mundo sino que requiere de una contraseña para ingresar a la página, y que únicamente es proporcionada a la familia y amigos. Puede que resulte extravagante, de mal gusto o ingenioso, pero de lo que no cabe duda es que esta herramienta de marketing llega a tener resultados óptimos si se consigue desarrollar de una manera creativa, empleando espacios y situaciones que transformen en única la experiencia del usuario.

 

amaya.arribas@itesm.mx