Manila. Las lluvias torrenciales que vapulearon la capital de Filipinas el martes paralizaron el tráfico mientras las inundaciones que llegaban a la cintura provocaron que miles de personas salieran de sus viviendas y que el gobierno suspendiera escuelas y oficinas.

 

Los incesantes aguaceros desatados por un monzón temporal hicieron subir el nivel de las presas y ríos en Manila y en nueve provincias aledañas. Las autoridades están en alerta. La cifra de muertos que la semana pasada dejó el tifón Saola, que azotó Manila y el norte de Filipinas durante varios días, ascendió a 51.

 

Benito Ramos, jefe de la oficina de rescate del gobierno, indicó que no hubo reportes inmediatos de fallecimientos el martes por la mañana después de un aguacero sobre Manila de más de 24 horas.

 

Los vehículos e incluso camiones pesados batallaban para recorrer los caminos inundados, donde se quedaron varados cientos de miles de personas que utilizan el transporte público. Muchos automóviles estaban atascados en las aguas lodosas.

 

La presa La Mesa, que abastece de agua 12 millones de habitantes de la capital, derramó el exceso de agua por segunda vez el jueves temprano hacia los ríos que fluyen a la ciudad de Quezon, un suburbio de clase media de Manila, así como a los vecindarios de Malabon, Valenzuela y Caloocan.