LONDRES.- Los gimnastas se dividen en dos grupos: los que odian los aros y los que los aman. El brasileño Arthur Zanetti, nuevo campeón olímpico de ese aparato y primer medallista iberoamericano de la historia de la gimnasia olímpica, está en el segundo grupo.

 

Tanto se ha especializado en esta disciplina que es la única para la que logró la clasificación en los Juegos de Londres. Totalmente centrado en este aparato en los últimos meses, los aros, acostumbradas al desprecio de tantos otros gimnastas, le devolvieron hoy todo su cariño con un oro incuestionable.

 

Primer campeón olímpico brasileño de gimnasia, primera medalla iberoamericana en este deporte, medallista 500 de Latinoamérica… el logro de este hombre de 156 centímetros trasciende su victoria de hoy. Y con los Juegos de 2016 en Río de Janeiro, Zanetti se suma a la lista de probables triunfadores en la gran cita en su propio país.

 

Nacido hace 22 años en Sao Caetano do Sul, en la región metropolitana de São Paulo, Arthur se aficionó a la gimnasia a los siete años. Un profesor se dio cuenta de era más pequeño en estatura, pero también más rápido y más ágil que sus compañeros, y le recomendó a su madre que le llevase a un club.

 

En el SERC Santa María, que todavía hoy defiende, empezó el camino que concluyó hoy sobre el podio del North Greenwich Arena de Londres.Actualmente estudia educación física y vive en São Bernardo do Campo, otra ciudad de la periferia de São Paulo.

 

Pensando en los Juegos Olímpicos, en 2012 subió la dificultad de su ejercicio. Pero lo que verdaderamente le enseñó a tratar de tú a tú a los mejores fueron los interminables viajes a Europa, donde se disputan la mayoría de las pruebas de la Copa del Mundo, la única competición internacional que hay entre campeonatos continentales o mundiales.

 

Marcos Gotto, el hombre que rompió hoy a llorar cuando apareció en las pantallas la nota de Zanetti, le entrena desde los ocho años. Cuando compiten fuera de Brasil, fotografía las equipaciones que cree que le harían falta a su pupilo para mejorar y le encarga su fabricación al padre del gimnasta, Zacharias.