La llave de los recursos se abrió en serio para los sobrevivientes de quienes trabajaron en los campos agrícolas de Estados Unidos durante el programa Bracero, que entre 1942 y 1964 introdujo a unos cinco millones de trabajadores de nuestro país en Norteamérica.

 

De acuerdo con las listas de apoyos para ex trabajadores migratorios mexicanos, que informan quiénes pueden recibir la compensación por los salarios retenidos debido al ahorro forzado que hicieron durante el tiempo que trabajaron en Estados Unidos, 105 mil 552 personas cobrarán entre 34 y 38 mil pesos.

 

La derrama será superior a 3 mil millones de pesos y deberá entregarse a lo largo y ancho del país, sólo con las excepciones de Yucatán, Tabasco, Chiapas y Quintan Roo, de donde no salieron trabajadores hacia el norte. Nunca antes el Fideicomiso 2106, creado en 2005, había repartido tanto dinero en tan poco tiempo.

 

La lista de beneficiarios se publicó el 2 de marzo en el Diario Oficial de la Federación y las reglas de operación establecen que los recursos deben entregarse máximo 120 días después de publicadas, de modo que antes de las elecciones los trabajadores o sus herederos deberán cobrar sus liquidaciones.

 

 

Paternalismo

En 1942, México y Estados Unidos firmaron el acuerdo por el que se creaba el Programa Bracero, mediante el cual se contrataba a trabajadores mexicanos que se encargaran de las labores agrícolas, desatendidas porque gran número de norteamericanos habían sido enviados a la guerra en Europa y el Pacífico sur.

 

De acuerdo con Jorge Durand, uno de los investigadores que más ha indagado el fenómeno de la migración de trabajadores entre México y Estados Unidos, el programa tuvo numerosos saldos positivos.

 

A México no sólo le permitió encontrar una válvula de escape al problema crónico del desempleo, sino que le mostró cómo aprovechar sus ventajas en una negociación, ya que en esa época, de la Segunda Guerra Mundial, a la administración de Franklin D. Roosevelt le urgían los brazos de los trabajadores en las pizcas para sostener el esfuerzo que la conflagración les exigía.

 

A Estados Unidos, obvio, le permitió remplazar a los trabajadores desplazados al frente de guerra y mantener su productividad en el nivel necesario para soportar un conflicto largo y ganarlo.

 

Los trabajadores mexicanos tuvieron la opción de obtener salarios similares a los que percibía un estadunidense, pero mejores a los que recibían en su país, pero enfrentaron un problema propio del sistema político de la época, el paternalismo, que aún muestra sus consecuencias en nuestros días.

 

El gobierno de México obligó a los trabajadores a ahorrar 10% de sus ingresos —el convenio firmado entre las dos naciones establecía que el pago mínimo sería de 43 centavos de dólar por hora— en cuentas que administraban dos bancos de San Francisco, Wells Fargo y Union Trust, y luego eran enviadas a México para depositarse en el Banco Nacional de Crédito Agrícola, antecedente de Banrural.

 

El dinero, unos 18 millones de dólares en 1944, a dos años de haber iniciado el programa, se envió a nuestro país pero nunca llegó a los bolsillos de quienes trabajaron en duras condiciones sembrando recogiendo frutas y vegetales.

 

En 2005, tras la presión de grupos de herederos de trabajadores y unos pocos sobrevivientes de éstos, el congreso creó el Fideicomiso 2106, operado por la Secretaría de Gobernación, que se encarga de pagar a los trabajadores una compensación por su ahorro.

 

Tras hacer un cálculo promedio se decidió que la cifra a entregar sería de 38 mil pesos y desde diciembre de ese año se han publicado las listas de quienes pueden cobrarla.

 

De acuerdo a la disponibilidad presupuestal se elaboran las listas y los montos a entregar. Así, en abril y junio de 2009, apenas se incluyó a 784 y 781 beneficiarios, a quienes se entregaron 38 mil pesos. En noviembre de ese año se amplió la lista hasta 21 mil 469, pero sólo se les pagó 4 mil pesos.

 

En 2010, la relación incluyó entre mil y cinco mil personas, comportamiento similar al de 2011, sin embargo, es en 2012, año electoral, en el que se disparó la cifra de beneficiados: 86 mil 536 personas recibirán 34 mil pesos, para alcanzar un monto de 2 mil 942 millones, mientras 18 mil 996 recibirán 38 mil, para sumar 721 millones de pesos.

 

El 3 de marzo, de gira por Michoacán, el presidente Felipe Calderón entregó algunos de esos apoyos y dijo que con eso se saldaba una deuda histórica del Estado mexicano con los trabajadores. No dijo, pero queda implícito, que ese adeudo se cubre unos meses antes de las elecciones.

 

 

BUEN ANTECEDENTE

De acuerdo con un estudio elaborado por Jorge Durand —co director del Mexican Migration Project de la Universidad de Princeton— a 50 años de la conclusión del Programa Bracero, éste tuvo varios saldos positivos:

 

1. A diferencia de la mayoría de las leyes migratorias norteamericanas, que son de aplicación general, fue un acuerdo bilateral promovido originalmente por Estados Unidos y sostenido por el interés mutuo de ambas partes.

 

2. El programa se dio en un contexto de guerra, pero fue tan exitoso y benéfico para los agricultores norteamericanos que se prolongó 20 años más.

 

3. Funcionó a lo largo de 22 años, tuvo sus altas y sus bajas pero no se puede decir que un convenio bilateral que funcionó durante dos décadas y movilizó cerca de cinco millones de trabajadores haya sido un fracaso.

 

4. Llegó a movilizar, entre 1954 y 1960, a un promedio de 350 mil trabajadores anualmente. En julio de 1954, de manera sorpresiva y para boicotear el programa, los empleadores de Texas, acostumbrados a contratar mojados, solicitaron contratar a 60 mil braceros que debían ser contratados en 15 días. La burocracia de ambos países se puso en marcha, el centro de contratación de Monterrey llegó a emplear a 4 mil braceros diarios.