Miguel Ángel Mancera Espinosa, mejor conocido como “el doctor Mancera”, parece haber alcanzado la candidatura de las izquierdas al gobierno del Distrito Federal gracias a una carambola. Aunque otros no lo consideran así.

 

De hecho, algunos piensan que su camino se perfiló desde 2006, cuando el hijo mayor de Andrés Manuel López Obrador, José Ramón López Beltrán, tuvo a mancera como padrino de tesis durante su graduación como Licenciado en Derecho por la Universidad de las Américas.

 

Un año después, el para entonces subprocurador de Procesos Penales, invitaría a José Ramón a trabajar a su lado como subdirector de Enlace Administrativo; gesto que, cuentan, no olvida el tabasqueño.

 

Sin embargo, el camino de Mancera viene de más atrás. Y, sin duda, la buena fortuna ha sido una de sus grandes compañeras.

 

Es propietario, junto con su familia, de la cadena Bisquets Obregón, profesor penalista en la Facultad de Derecho de la UNAM, litigante y especialista en materia penal.

 

Es en el año 2000 cuando las circunstancias colocan a Mancera, quien venía de litigar para un despacho en derecho penal, en el camino de Marcelo Ebrard.

 

“La suerte, la fortuna y las circunstancias lo ascendieron como la espuma. Es más, ni iba a ser abogado, mucho menos especializarse en Derecho Penal. Es un hombre que buscó una oportunidad laboral, un desarrollo personal y lo logró”, afirman algunos personajes cercanos a él.

 

Para febrero de 2002, Ebrard se haría cargo de la SSP-DF, donde conforma el área de Asuntos Internos y en la que requiere de los servicios de una serie de abogados. En ese momento, el litigante Mancera –circunstancialmente- se encontraba asesorando a la dependencia local, pero como personal externo, y le llegó la oportunidad de formar parte de ese equipo.

 

Ese año, el ex procurador se convertiría en subdirector de área, logrando obtener un poco más de ingresos. “Aunque no era gente muy cercana a Marcelo, le inspiraba confianza y de ahí comenzó el apoyo del jefe de Gobierno a Mancera”.

 

Mancera comenzó a tener cada vez mayor contacto con Ebrard.

 

Aceptado por Andrés Manuel y apoyado por Marcelo, el ahora candidato que puede vestir de “ciudadano” y no partidario, contemplaba entonces los desastres internos que sumían al PRD en eventos vergonzantes como el del ahora resucitado, René Bejarano.

 

En 2004, el entonces secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard, es destituido de su cargo por el entonces presidente Vicente Fox al considerar que su actuación fue insuficiente para detener el linchamiento de dos agentes de la Policía Federal Preventiva, en Tláhuac.

Las piezas del ajedrez se mueven de tal manera que el ex Jefe Delegacional de Gustavo A. Madero, Joel Ortega Cuevas sustituye a Marcelo Ebrard como jefe de la Policía capitalina, precisamente a raíz de los hechos de Tláhuac.

 

Tras el linchamiento en Tláhuac, Ebrard sale de la dependencia y Mancera asume la defensa de los mandos policiacos de la SSP local involucrados en el operativo de rescate.

 

“En ese lapso, Mancera permanece como subdirector de la SSP, cargo que respeta Joel Ortega, sin darle mucha importancia al protegido de Marcelo. Pero nadie se imaginó que el abogado penalista trabajaría al interior de la dependencia para escalar posiciones y eliminar a sus adversarios”.

 

Ya para 2008, el aún secretario de la SSP, Ortega, tiene que dejar el cargo luego de que 12 personas murieran en el operativo realizado en la discoteca “News Divine”, ubicada en la delegación Gustavo A. Madero.

 

Ya como Jefe de Gobierno del DF, Ebrard invita a Mancera como Subprocurador de Procesos de la PGJDF, hasta llegar a encabezar la dependencia. Y de ahí pa´l real. El “delfín” de Marcelo para sucederlo, Mario Delgado, no logra crecer en las preferencias ciudadanas. Alejandra Barrales cae de la gracia del Jefe de Gobierno y Mancera se convierte en el plan B, o C.

 

En medio de una carambola, cediendo incluso hasta la mitad de posiciones de su posible gabinete, según ha trascendido, Mancera gana en las tres encuestas que se realizan para elegir al candidato del Movimiento Progresista en el DF, el principal bastión de la izquierda.

 

“Es un candidato que, incluso, el presidente Calderón y todos los aspirantes aceptaron, a excepción de Alejandra Barrales, que sin duda busca una mejor negociación de sus posiciones legislativas”.

 

René Bejarano y Dolores Padierna, agrega la fuente –sin cuyo apoyo difícilmente hubiera ganado–, tienen ante sí la oportunidad de recuperar los espacios que habían perdido en el pasado. A través de una negociación política con Marcelo, primero, y ahora con Mancera –como candidato-, están conformando su arsenal político para tomar por completo el poder de la ciudad.