La presunción de la racionalidad de los individuos es uno de los pilares en la teoría económica actual, haciendo innegable su ubicuidad en el estudio del comportamiento de los agentes económicos al asumir que éstos persiguen la maximización de su utilidad. Es ante esta propuesta que la Neuroeconomía basa su trabajo. La inserción de la Sicología dentro de la Economía fue uno de los primeros pasos que se dio para entender el comportamiento de los individuos ante la toma de decisiones en un ambiente de información imperfecta. Esta nueva relación comenzó con las críticas al supuesto de racionalidad dentro de la Economía, hecho ampliamente extendido en cuestiones que van desde la elección del consumidor hasta la teoría de juegos. A partir de ello y gracias a los avances que se han hecho en el campo de las neurociencias, es que en años recientes dicha disciplina se ha comenzado a asociar con la Economía en un intento de vislumbrar el origen físico y biológico de las decisiones de las personas; cuestión que, de comprobarse, conmocionaría la teoría económica al refutar uno de sus principales supuestos. A partir de esta fructífera sinergia es que nace la Neuroeconomía.

 

Esta nueva ciencia se vale de la tecnología actual para escanear imágenes del cerebro y medir la actividad electroquímica en las neuronas, para de esta forma estudiar cómo responde dicho órgano ante actividades asociadas a la toma de decisiones. Paul Glimcher, un neurocientífico de la Universidad de Pennsylvania y actual académico de la Universidad de New York, publicó el año pasado lo que se considera uno de los acontecimientos más importantes en el desarrollo de la Neuroeconomía: Fundamentos del Análisis Neuroeconómico. En su trabajo, Glimcher busca evidencia tangible y comprobable de las reacciones que experimenta el cerebro cuando enfrenta incertidumbre, sobre todo en situaciones específicas relacionadas con la teoría de la utilidad en la economía, como la probabilidad y el valor subjetivo que los individuos le asignan a los objetos.

 

Con ello, esta nueva ciencia puede ser capaz de explicar el por qué de comportamientos ambiguos en las personas, como lo son el comprar un objeto fuera de su presupuesto o adquirir algo que no necesitan realmente. De esta forma, la Neuroeconomía comienza a brindar la oportunidad de entender las preferencias y tomas de decisiones de los individuos a los que, como entes racionales, hasta ahora sólo se les había otorgado la atribución de perseguir la mayor utilidad posible, modesta aproximación para establecer una medida de felicidad.

 

Así, esta nueva y revolucionaria ciencia proporciona elementos con una importancia fundamental debido a la profunda intuición que brindan acerca de la conducta y fisiología humanas: a través del estudio del comportamiento económico en los individuos se trata de mejorar nuestro entendimiento del cerebro, uno de los enigmas más seductores dentro de nuestra existencia. Enhorabuena por la Neuroeconomía.

 

*Economista, asistente de investigación en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate.

 

¿Qué son?

Las neurociencias estudian la estructura, función química, farmacología y patología del sistema nervioso y cómo sus distintos elementos interaccionan entre sí, dando origen a la conducta y el comportamiento humano a través de la actividad neuronal. En otras palabras, centran sus estudios y análisis en la evaluación de las reacciones conductuales del ser humano dentro de su composición biopsicosocial, utilizando una perspectiva química y biológica, permitiendo de esta forma establecer un patrón de comportamiento. Es justamente este análisis lo que facilita entender el funcionamiento del cerebro humano y su relación con otras ciencias.

 

Lecturas recomendadas:

Robert J. Schiller, “The Neuroeconomics Revolution”, Project Syndicate (project-syndicate.org), noviembre 21, 2011.

Raymond Tallis, “Rethinking Thinking”, Wall Street Journal, noviembre 12, 2011.

Jason Weig, “Use your illusion”, The Economic Times, noviembre 18, 2011.