El engendro de ley electoral que tenemos en vigor en México es el resultado de varios factores:

 

Legislar al vapor.

 

Pensar sólo en los intereses de grupo, cuidando siempre las prebendas de los partidos políticos.

 

La indiferencia en cuanto a las consecuencias de la aplicación de la ley.

 

Por supuesto hay otros, pero por el momento, con esos tenemos. Además, hay que considerar la contribución de los consejeros del IFE, que complican aún más las cosas al diseñar reglamentos incumplibles, como el que redactaron para repartir los tiempos oficiales en medios electrónicos, y que provocará un caos de programación, y que además resultará prácticamente inverificable.

 

El primer gran absurdo en la ley electoral es el método de selección en los relevos de los ciudadanos consejeros. Se hizo de manera escalonada, para evitar un cambio radical de los nueve consejeros a la vez. Se determinó hacerlo de tres en tres, garantizando así que cada partido grande pudiera poner al suyo. A través de una enmienda constitucional, y para mostrar a la sociedad un ficticio sentido de responsabilidad, se pusieron un plazo, supuestamente inviolable, para designar a los consejeros. Suena bonito.

 

Llegó entonces el baño de realidad al tratar de aplicar su flamante ley. Se depuró una lista inicial de aspirantes y, al conformar las ternas, empezaron los jaloneos propios de nuestra disfuncional partidocracia. Como se requiere de una mayoría calificada para aprobar designaciones, es decir, dos terceras partes de los votos, comenzó a atorarse el proceso. Y a pasar el tiempo. Ninguna terna lograba los votos necesarios, porque el PRI quiso hacer valer su mayoría, y exigía que dos de los tres nuevos consejeros fueran afines a sus intereses.

 

Por principio de cuentas, este método que idearon los partidos para seleccionar consejeros viola de salida lo que debía ser el espíritu de la ley electoral. ¿Qué tienen que meter su cuchara los partidos en designar consejeros? Por definición, los consejeros ciudadanos deberían ser apartidistas, lo más alejados posible de la lucha por los votos, para mantener la confianza ciudadana en la equidad en la contienda electoral. Pero eso resultó imposible.

 

El plazo constitucional para determinar a los nuevos consejeros fue y vino sin ningún acuerdo. ¿Que los diputados están en violación permanente a la Constitución? Les importa poco. Y es que, claro, a la hora de hacer su enmienda constitucional, omitieron un pequeño detalle: la sanción. Qué distinto sería si la ley dijera que en caso de incumplimiento del plazo, el Ejecutivo hará los nombramientos correspondientes. Con esa pequeña cláusula, ya tendríamos a los nueve consejeros, y no tendríamos que ir a un proceso de elección presidencial con un Consejo General del IFE incompleto.

 

Tuits:

@nacholozano “No conozco otro control de los medios que el control remoto de la televisión”, Dilma Rousseff

 

@memo_schutz El que trata a una mujer como princesa demuestra que fue criado por una reina. #Díadelanoviolenciacontralamujer

 

@jorgeberry Felicidades a @Pajaropolítico en su primer aniversario.

 

@jorgeberry