“Así como el sabio no escoge los alimentos más abundantes,

sino los más sabrosos, tampoco ambiciona la vida más prolongada,

sino la más intensa”

Epicuro de Samos, Filósofo Griego

 

El buen vivir. Es una combinación de palabras que utilizamos con frecuencia cuando nos referimos a la gastronomía, vinos y viajes. Sin embargo es mucho más. Para mí el buen vivir se trata de encontrar maneras de aprovechar mis pocos tiempos de ocio, para que éstos resulten en una vida más plena, con más goce.

 

Lo asocio también con relajación, altruismo, deporte, cuidado de mi persona, entretenimiento, lectura, música, cultura. Como si fuera un rompecabezas, estas actividades al final del día engloban bienestar. Una vida plena, llena de sorpresas que le van agregando sabor al día a día.

 

El buen vivir no se trata de tener mucho dinero y gastar, sino de volverte conocedor. Tener acceso a esas herramientas, tecnología, información que te ayuden a compartir secretos que resulten en una vida más fácil. Al igual que muchos, cargo mi Ipad a todos lados. Más allá de un lector y receptor de correos, este dispositivo se ha convertido en el mecanismo para que en un click acceda a nuevas aplicaciones que me resuelven la vida.

 

Me encanta viajar y quedarme en pequeños hoteles de lujo, pero confieso que los disfruto más cuando sé que me costaron menos. También me gusta rentar por pocos euros un apartamento en la Costa Dálmata en Croacia o en una reserva natural en el Caribe Mexicano. Soy una fan de los clubes de millas y de viajero frecuente, pero he aprendido, a veces dolorosamente, que hay que leer entre las líneas para saber a cuáles son los programas que merecen nuestra lealtad. Al viajar busco experiencias únicas.

 

Este verano me levanté a las 5.00 de la mañana para ir a una misa milenaria de la Iglesia Ortodoxa Etiope en la Libela, transportándome ocho siglos atrás. Cuando viajo quiero comer comida local, sentir los sabores que me cuentan una historia del lugar que visito.  Por ejemplo en Japón me desmañané para desayunar sushi en el mercado de Tsukiji con los vendedores de pescado. En Beirut, busqué la manera de conocer y comer con Kamal Mouzawak, propulsor del movimiento “Make Food not War”, como parte de la labor de reconstrucción nacional a través de la comida después de años de guerra. Me aburren los restaurantes que llevan años timando a los turistas porque están en las guías y ya se cansaron de innovar.

 

Cuando voy a restaurantes en México me cansa la comida que puedes comer en cualquier lugar, la típica comida sin corazón. Yo quiero comer en lugares donde sientas que hay pasión en lo que están haciendo. Ya sea una comida italiana que inmediatamente me transporte a la Toscana o unas carnitas que me lleven a la Piedad Michoacán. Busco comida que brilla por su autenticidad, por la perfección con que se manejan los ingredientes, con un sabor de verdad, honesta.

 

El mundo de la gastronomía está cambiando. La disponibilidad de información en blogs y el Internet, hacen que sea más fácil compartir información y cada uno de nosotros nos volvamos más críticos y exigentes. Cada vez viajamos más. Queremos probar esos sabores únicos de vuelta en casa. Si vamos a un restaurante elegante en Nueva York, no sorprende ver en la carta algún ceviche o tiradito, cuando hace años era comida peruana poco conocida. Los restaurantes cada vez son más informales y la buena comida se puede encontrar hoy en día hasta en camiones. Hay pocos restaurantes en el Distrito Federal, por ejemplo, que aún hoy en día piden saco y corbata. Hubiera sido impensable ir al San Ángel Inn en jeans y hoy se puede.

 

Ni siquiera instituciones como el Lucas Carton, ícono de la nouvelle cuisine en París han aguantado. Todavía recuerdo la sensación de asombro que sentí hace 14 años al haber descubierto el concepto de maridaje en este lugar. Era increíble la explosión que se sentía al encontrar cómo el vino acompañaba perfectamente a la comida. Recuerdo algunos de los platillos que comí esa noche. Ese día cambió mi apreciación del vino. Hoy siempre pienso en términos de vino y comida. Era un templo culinario. Años después visité el Senderens, el nuevo restaurante de Alain Senderens, (mismo chef y mismo lugar, pero con nuevo concepto informal).  La historia es deliciosa, ya que este chef al cumplir sus 70 años, cerró el Lucas Carton cansado de lo que implicaba conservar las estrellas Michelin. Quería innovar en la cocina. Tanto, que dicen que regresó sus estrellas Michelin para reinventarse y divertirse una vez más. Su comida era más global, el espacio menos pretencioso y se respiraban aires nuevos. La experiencia no llegó a replicar lo que viví esa noche hace 14 años, era evidente que los tiempos habían cambiado.

 

Sin duda, no podemos hablar de impacto que tiene la innovación en la gastronomía sin mencionar el caso de elBulli. Recientemente tuve la oportunidad de platicar con Ferrán Adriá y participar en una de las últimas cenas de elBulli. Me contaba que había cerrado el restaurante más famoso del mundo porque habían entrado una peligrosa zona de confort, donde la innovación era imposible. Necesitaba libertad, espacio.

 

Hoy chefs como René Redzepi, David Chang, Alex Atala, Gastón Acurio están cambiando el mundo de la gastronomía. Están reenfocando las energías culinarias encontrando nuevos ingredientes y utilizando los productos locales, resaltando la técnica y olvidándose de la formalidad en la cocina. Pero además están buscando inspiración en otros países, buscando colaborar con chefs, a la usanza de las improvisaciones musicales en el jazz.

 

De las primeras improvisaciones que disfruté en el D.F. fue en el Pujol, cuando como parte de las celebraciones de su Décimo Aniversario Enrique Olvera invitó a grandes chefs del mundo a elaborar un menú especial. En la cocina se juntaron los talentos de Redzepi, Atala y Alex Stupak (chef repostero). Ahora en el DF oímos de los restaurantes “privados” donde sólo hay unas mesas para comer una comida en “casa” del chef o celebramos cuando se organizan pop-ups en pequeños restaurantes de la ciudad.

 

Soy una cazadora de experiencias. Aquí en esta columna Placeres, te invito a que juntos descubramos cómo hacer nuestra vida más placentera. Como dicen, vida sólo hay una y hay que aprender a vivirla al máximo. Espero que tengas un maravilloso domingo, y recuerda: ¡hay que buscar el sabor de la vida!

 

¿Qué está pasando en el mundo? Dónde: Berlín. Fecha: 12-23 de octubre. Festival de las Luces. Más de 40 monumentos, incluyendo la Puerta de Brandenburgo, la Catedral se iluminan con proyecciones modernas llenando de colores psicodélicos la ciudad. Info: http://www.berlin.de/kultur-und-tickets/events/festival_of_lights_berlin/index.en.php

 

Apps que tienes que conocer. Nombre: Fotopedia Heritage. Tipo de App: Fotografía. Descripción: ¿Quieres viajar a través de las imágenes a los lugares designados por la UNESCO como Patrimonio Mundial? Para los amantes de la fotografía y viajes esta App incluye 25,000 fotografías, 4,000 lugares, miles de fotógrafos, cientos de curadores. Costo: Gratuito, aunque hay partes que se venden.

 

¿Qué no te puedes perder en el DF?  Martes 18 de octubre concierto Leyendas de Mali: Bassekou Kouyate y Ngoni Ba en El Plaza Condesa. Sólo llega temprano para asegurar tu lugar porque no respetan los boletos numerados. Del 19 al 27 de octubre Design Week México. Conferencias, documentales y la participación de prestigiados despachos de arquitectos en la ambientación de una casa con lo último en conceptos de decoración y arquitectura. Para más información www.dwmexico.com.mx

 

ana@anasaldana.com