La relación del peso frente al dólar ya quedó atrapada en un ambiente muy sensible en los mercados financieros.

Apostar a favor o en contra de la moneda mexicana es lo que ahora domina su cotización y por ahora las apuestas corren en contra del peso y muchos participantes de ese mercado tienen el dedo en el gatillo a la espera de cualquier señal que los haga volar despavoridos.

No es una inestabilidad propia de la moneda mexicana. De hecho, muchas monedas emergentes están en este mismo momento de alta especulación, pero es un hecho que el peso mexicano ha sido de los más golpeados en estas semanas.

La mayor parte de las presiones están fuera del control doméstico. Sin embargo, hoy sí hay situaciones internas que le pueden pesar más en las operaciones cambiarias de nuestra moneda.

En la parte externa, llevamos muchos trimestres con la misma discusión respecto al futuro de la política monetaria de la Reserva Federal de los Estados Unidos.

Allá, el mensaje del banco central ha sido uno de total intransigencia con los altos niveles inflacionarios y mientras no se note una baja clara hacia la meta de la Fed de tener una inflación general del 2%, no harán ningún tipo de concesión monetaria.

El primer interesado en que ya disminuya la tasa de interés de referencia en Estados Unidos es el gobierno demócrata de Joe Biden en pleno proceso de reelección. Tasas altas implica electores enojados.

La influencia de Estados Unidos en los mercados globales puede parecer injusta, pero es una realidad.

Es totalmente externo el mantenimiento de las tensiones bélicas entre Rusia y Ucrania, e Israel e Irán. Si esos dos conflictos se salen de control, fácilmente pueden involucrar al mundo entero y esa no es una exageración.

Pero en el terreno interno, los niveles inflacionarios, tanto el general como subyacente, han encontrado resistencias para mantener su proceso de baja y el Banco de México decidió bajar un cuarto de punto la tasa de referencia y la realidad es que esa señal se malinterpretó como el inicio de la relajación de la política monetaria.

Quien tampoco ayuda a la estabilidad financiera en tiempos de turbulencia es el régimen actual que, por una parte, descompone las cuentas públicas con un presupuesto altamente deficitario y un aumento de la deuda pública a niveles históricos.

Pero también, el presidente López Obrador insiste en minar la confianza de los agentes económicos. Eso es lo que sucede con su intentona confiscatoria de algunas cuentas individuales y privadas administradas por las Afore.

El tipo de cambio es apenas el canario en la mina, uno de los indicadores favoritos para medir la volatilidad de los mercados y las señales han cambiado con respecto al peso. Cada vez son más las apuestas que apuntan a su depreciación.

Hay que insistir en ello, las señales internas son por ahora de precaución, no hay algún foco rojo que llame a una reacción de pánico financiero.

Sin embargo, sí hay más atención y sensibilidad ante las finanzas públicas y ante los coletazos de poder del régimen actual, sobre todo en estos 40 días que faltan para la jornada electoral del 2 de junio.

 

      @campossuarez