Este régimen dice que quiere proteger tanto a los consumidores que tiene una sección semanal en la conferencia mañanera del Presidente para hablar de temas de consumo.

Al final todo se redujo a un espacio que, con el pretexto de los consumidores, los precios y la publicidad, fue usado simplemente como plataforma de propaganda e impulso de ambiciones políticas personales.

Es un hecho, la Profeco en este gobierno asegura que pone mucha atención a la defensa del consumidor de fenómenos como la publicidad engañosa.

Se encargan de hacer saber a los anunciantes que están bajo la amenaza de ser sancionados si violan el Artículo 32 de la Ley Federal de Protección al Consumidor que dice que la información o publicidad engañosa o abusiva es aquella que se refiere a características o información relacionadas con algún bien, producto o servicio que pudiendo o no ser verdaderas, inducen a error o confusión por la forma inexacta, falsa, exagerada, parcial, artificiosa o tendenciosa en que se presenta.

¿Por qué si son tan estrictos con que un detergente no convierta a una cubeta en lavadora o un ungüento maravilloso realmente no agranda partes del cuerpo, no hay tal intolerancia a la propaganda política engañosa y a las encuestas totalmente falsas?

Son materias diferentes la electoral y la comercial, pero en el centro están consumidores y electores que resultan ser las mismas personas, solo que sus derechos políticos se pueden violar con total impunidad.

Sin entrar en el terreno de la propaganda y las promesas falsas, que merecen miles de referencias, el ejercicio de las encuestas puede ser más engañoso que un coche que vuela y sus productores y promotores suelen quedar en la impunidad al calor de la contienda electoral.

Recién pasan las elecciones y quedan en evidencia muchas casas encuestadoras que se “equivocaron” por amplios márgenes. Lo que suele ocurrir es que viene un escarnio público, que dura unas semanas y meses, para dar paso a su regreso triunfal en el siguiente proceso electoral.

Los casos más graves pueden obligar a un cambio de razón social, pero nada más.

Pero el poder de las encuestas truqueadas, inexactas, falsas, exageradas, parciales, artificiosas y tendenciosas (como dice el Art. 32 de la ley del consumidor) puede determinar el rumbo de una elección.

Acabamos de pasar por el proceso electoral del Estado de México en donde claramente encuestas falsas desinhibieron el voto de millones de personas que vieron como inevitable el triunfo de la candidata del Presidente.

Hoy mismo hay encuestas en estados como Morelos, donde la candidata del oficialismo, en ese estado dominado por el crimen, con un gobernador ausente y gente harta de su clase política, paga espectaculares donde muestra una encuesta que la pone inevitablemente al frente de la contienda. Algo que seguro el resultado electoral va a desmentir.

Ya lo vimos, si el Presidente quiere ser diez por ciento más popular de la noche a la mañana, lo consigue fácilmente en una encuesta.

Si no queremos que nos vendan una hamburguesa que en la imagen se ve jugosa y enorme, pero cuando la obtenemos es un pan aplastado y sin chiste, ¿por qué dejamos que muchas encuestas nos vean la cara cada vez que hay elecciones?

 

     @campossuarez