Dicen los que le vieron que estaba impertérrito, sin moverse. Estaba sentado solo. El centro del tribunal. Solo con el castigo del que lleva un año en prisión preventiva a la espera de un juicio.

El jugador de fútbol brasileño Dani Alves, presuntamente agredió sexualmente a una joven de veintitrés años en una discoteca de Barcelona a finales de 2022. Y allí estaba el astro del futbol, escuchando a fiscales y defensores, a magistrados y secretarios. Todos, todos con las respectivas miradas fijas en los ojos hipnotizados –por lo que le puede venir– de Alves.

En España todo el mundo es inocente hasta que no se demuestra lo contrario. Pero también es cierto que todo el que la hace tiene que pagarla. Independientemente de que sea futbolista, político, cantante o magistrado. Esto no va de profesiones. La ley es igual para todos. Y así siempre debe de ser para preservar el Estado de Derecho.

Los testigos fueron contundentes y las versiones las mismas. Dani Alves sometió, abofeteó y violó a aquella joven. Sin embargo, el único que cambió la versión hasta cinco veces fue el propio Alves. Primero dijo que no conocía a la joven y terminó diciendo que estaba bajo los efectos del alcohol.

Vivimos en una sociedad global donde en muchos casos las mujeres siguen siendo las víctimas de la violencia masculina. ¿Cuántas mujeres mueren en el mundo por el yugo de sus parejas? Son decenas de miles. Entonces, entonces es cuando interviene la frase “ya está bien”. No puede seguir así.

No sé si el juicio contra Dani Alves es ejemplar, lo que sí es fundamental es que se preconice con el ejemplo. Si alguien comete un delito de violencia contra una mujer tendrá que pagar por ese delito. Sea un futbolista de élite o un político de renombre.

 

      @pelaez_alberto